Comalcalco se gana con trabajo y más trabajo

Lic. Román Jiménez García

NO TERMINA DE APRENDER LAUREN




Quien hoy quiera ser presidente, quien hoy quiera llegar a representar al partido, tiene que trabajar antes que nada. No se puede construir desde los pasillos de la antipatía y de la inacción. Se tiene que edificar, insisto edificar, no destruir. La destrucción la suelen realizar los seres que no tienen talento y que no ven caminos diferentes, sino que solo un camino, es decir se vuelven déspotas y caprichosos.



Y esto es lo que ocurre en mi hermoso Comalcalco, en donde han confundido la gimnasia con la magnesia, en donde un grupo que no es rebelde, ni crítico, ni liberal, ni democrático, ha decidido dejar por un lado, la competencia política y se han dedicado a demoler al partido y lo que él representa.




Hablo explícitamente de mi amigo, el ingeniero Laurence, quien todavía hoy no ha entendido que la política, sea como sea, tiene que saberse hacer, tiene que ser valiente, pero no suicida, tiene que tener astucia, pero no debe ser monstruosa. Es decir, la política es un arte, es una cultura, es (como dice mi hermano Goyo) el arte de comer “miércoles” sin hacer gestos.





Hoy Laurence, olvido lo esencial, y es el pensar y repensar las cosas, es el de tener el temperamento y la lucidez del líder, y no la ambición y la incompetencia envuelta en un mesianismo falso, fanático y enfermizo.
De tal manera esa ausencia de liderazgo, esa falta de aceptación del pueblo, y esa desconfianza del partido y sus simpatizantes hacia su proyecto, no se tiene que aniquilar, mucho menos señalar, ni confrontar, ni tampoco es sinónimo de odios irredimibles, al contrario, se tiene que combatir con un liderazgo transparente, y con un verdadero trabajo fructífero y convincente. Se tiene que convencer no tanto con la palabra (pues hasta eso, no es un buen orador), pero sí con el ejemplo.




La política amigo Laurence no es de totalitarismos, menos en estos días, de gigantes, de soberbios. La política  de hoy poco a poco se empieza a transformar, y se busca la profundidad del análisis, el comportamiento ejemplar en momentos de flaqueza, el acercamiento verdadero al pueblo, y el compromiso que hoy la militancia y la gente demanda a sus gobernantes y a sus políticos.




Quien el día de hoy quiera ser alcalde de Comalcalco, tiene que pasar la aprobación del pueblo, insisto del pueblo, no de los poderosos, porque entonces se estaría aniquilado y se etiquetaría a la persona como la línea en un momento, en donde hacer ese tipo de osadías es un golpe para quien lo intenta, y para quien lo busca. Si no me creen, acérquense al pueblo, a la gente y verán lo que les digo. Pero no sé si voy bien o me regreso.

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