…Miradas


Cuando niño empecé a cabalgar, ahora de grande
aprendí a galopar, siempre con el jolgorio de
caer rendido en tus brazos áridos

Rasguñando mi cintura te refugiabas.
Yo era un gran jinete gallardo,
siempre tuve princesas, diosas y doncellas
mirando el palpitante ruido;
de herraduras de marfil y oro

Apaciguó el mar asperjado que en la sonda estrellada.
Tu fuites mía, mía y mía
como el horizonte radiante;
profundo bello e inalcansable.

Venían navegando unos pétalos cantores.
El viento los acurrucaba en mi hombro
frío y temblante;
Sobre mi pecho enamorastes al corazón

Alzaste triunfante tu mirada;
suplicándome subir comprometida.
Y yo tímido te dije con los ojos,
Sube conmigo a recorrer el camino real
 Rosa María.

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