Pensamientos libres sobre Lorena Romazo, mis Atlántico 2014, en Tabasco

Licenciado Román Jiménez

Me citó en la Laguna de las Ilusiones, a lo cual accedí con prudencia, aunque no niego con enormes ganas de conocerla.

Ese día procuré vestirme algo no tan formal, más bien me vestí un tanto casual, y para ocultar un poco las ojeras que han dejado en mí el tiempo, decidí llevar unos lentes negros que me daban un aspecto juvenil. Claro está, me afeité, y me rocié con sutileza la fragancia de Fraiche para caballero, con la firme intención de tratar de impresionarla, ya sea por el sentido de la vista, y si no a través del sentido del olfato. Al fin de cuentas la lucha no es trampa jiar, jiar, jiar…

Para verme sencillo, humilde, y que no reniego de mis raíces, me amarré a mi muñeca derecha una pulsera de alicate. Así salí de casa, mientras todos preguntaban dónde iba. Y contestaba con soltura, “voy a entrevistar a miss Atlántico”…

Me apuré a llegar, el tráfico en Villahermosa es el cuento de todos los días, más no me importó. Ese día estaba dispuesto a que nada me alterara. Tenía que llegar lo más positivamente que pudiera a la cita.

Me estacioné en el Museo la Venta, y me encaminé a su encuentro, el sonido gutural de los pájaros gritando me hizo sonrojarme, y entonces me sentí un tanto mal, pues a lo mejor iba pasado de dandi, por lo mismo decidí quitarme ese peso de encima, y me desabotoné la camisa, para ser un tanto provocativo y menos cuadrado.

De pronto a la distancia la vi, que más bien alcance a medio verla, pues el sol reflejado en la laguna cegaban mi vista, poco a poco al irme acercando, pude notar su bello semblante, su sonrisa, su mirada, su ángel, su cuerpo. A lado de ese monumento de mujer, vi una Flor, que a lo lejos se apreciaban sus pétalos  verde, blanco y rojo, pero al acercarme se percibía dicha Flor en un color blanco, como el blanco de las gardenias y por los efectos del sol de aquella tarde, por momentos sus pétalos daban una insinuación  un tanto amarillo.


Llegué ante la presencia de tan hermosas damas, y fue la señorita Miss Atlántico de nombre Lorena y de apellido Romazo, casi, casi a punto de llamarse Lorena Román o de Román, cuando en un leve movimiento de su rostro de muñeca, posó su mirada en la mía, y como si el mundo tuviese un interruptor todo se apagó y en ese túnel a oscuras solo nuestras miradas iluminaban el momento.

Sin quitarme la vista de mis ojos pizpiretos, la tomé de las manos para ayudarle a ponerse de pie, fue cuando me sentí inmensamente pequeño, inmensamente pegado al piso, mientras ella, con muestras de cariño, me decía que era un gusto el conocerme, que alguien ya le había hablado más o menos bien de mí, entonces sonreí como lo hace un párvulo apenado, y con toda inocencia, dije algo, no recuerdo que fue, pero dije algo, pero fueron nuestras miradas, ¡señor Jesucristo!, nuestras miradas las que se dijeron lo que tenían que decirse.

Cuando volví en mí, traté de levantar la frente, de enderezar mis piernas, mi columna, y tratar de estirarme aunque sea un centímetro, pero fue en vano, lo que a mí me faltaba en todo caso lo tenía ella, ella con su juventud, con su belleza inigualable.

Pronto dejé de pelear y volví a mi realidad, me despojé del ego, y caí rendido a su risa, hablamos de Tabasco de su país Uruguay donde quedé invitado a ir y conocer, y quizá a lo mejor quedarme.

Parecía que la conocía de toda la vida, y ella no sé, a lo mejor dijo que “lindo chaparrito”, no dijimos nada como en 5 segundos, y tuve que romper el romance, pues no había saludado como era debido y como hombre sensato di las buenas tardes y las bendiciones pues fui educado en escuela de monjas, primero a la maestra Flor, a quien abracé como quien abraza un lingote de oro, o su futuro, y después a la miss Atlántico, a miss Lorena Romazo, a quien volví a abrazar (un tanto por maña), para posteriormente acariciar con un beso su mejilla, y ahí en ese instante tan fugaz pude comprobar lo efímera que es la vida, el tiempo, las horas, los días, los abrazos, los besos, el mundo.

Traté de ser interesante, pero su mirada hacía trastabillar mis palabras, por lo que decidí solo escucharla, con ese acento tan acentuado, con esa timidez, con esa sencillez, que nos recuerdan quienes somos, de dónde venimos y también a donde vamos, mientras cual música de fondo escuché como el aire traía la voz de Chavela, sí, aunque usted no me lo crea, escuché susurrando a Chavela Vargas esa melancólica canción llamada “las simples cosas”.

Vi mi reloj como quien presume que es dueño del tiempo, y observé que mis horas estaban contadas. Ese día tenía que ir a PROFECO a balconear a los de la Comisión Federal de Electricidad, y tenía que abandonar a la miss Atlántico, lo cual provocó en mí celos, rabia y un tanto de indignación, pues me era imposible dejarla a la intemperie en este Tabasco inseguro, injusto, inhumano. Pero fue la maestra Flor quien me dijo, o me volvió a la tierra, diciéndome que me fuera, que podía entrevistarla otro día…

Sin embargo le dije dueño de mi destino, de mí mismo: "maestra para que esperar tanto, ahorita mismo hacemos la entrevista".

Logramos terminar la entrevista de manera exclusiva, la cual el día viernes podrá usted ver, y me tuve que despedir, no sin antes ofrecerme a hacerla de guía en este mundo tan maravilloso que Dios nos dio.

Ella agradeció, y debido a más de 27 wathsapp que le mandé como pude a la maestra, nos pidió de manera condescendiente nos tomáramos una foto.

La tomé por la cintura, y entre risa y risa, guardé compostura y pude salvar una que otra foto que merece la pena mostrar, pues la contraluz impedía una buena toma fotográfica. 

Nos volvimos a despedir y me sentí solo, triste, melancólico, pero tenía que verme fuerte, de una pieza, sin pretenciones de duda alguna, y me fui, caminé, y llegué a mi bocho, en donde suspiré 2, 3, 4 veces, pues el olor a gasolina es infernal...

Después, debido al tráfico, y a que me quedé sin gasolina y que además tardé en PROFECO una eternidad, no pude, o más bien no quiso el destino que la volviera a ver, porque a lo mejor me iría con ella, porque a lo mejor no la dejaba ir, porque a lo mejor sufriría yo más. Snif.

Así pues amable lector, lectora conocí a Lorena Romazo, y así la perdí.

Y ya luego cavilando en mi oficina, pude advertir entre tanto romanticismo y amor derrochado ese día que mi maestra Flor Barradas, anda haciendo política de altura, es decir política global, internacional, y quien sabe, si el PRI no la valora, a lo mejor la veremos de embajadora política de Tabasco ante la ONU, o ante alguna ciudad de otro continente. Jiar, jiar, jiar, ja, ja, hasta me río con mi boquita...

El viernes la entrevista que le hicimos a nivel campesino.

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