Slimming de fortuna
Por Juan Virgilio Gamas Rueda
"Las fundaciones no resuelven la pobreza... El empleo requiere de empresas que inviertan... No hay que donar empresas, hay que crear empresas".
Carlos Slim
Carlos Slim ha registrado la mayor caída de este 2015 en el Bloomberg Billionaires Index que incluye a las 400 personas más ricas del mundo. Desde principios del año hasta el 21 de diciembre, los activos del empresario mexicano tuvieron un desplome de 20 mil millones de dólares, según un artículo de la agencia Bloomberg que señala que esta cantidad es equivalente a toda la economía de Honduras.
Slim fue durante años el hombre más rico del mundo. Hoy ha caído al quinto lugar. Su patrimonio se ubicaba en 52,800 millones de dólares este 21 de diciembre en el índice Bloomberg, el cual se ajusta todos los días según los valores bursátiles de las empresas. En su punto máximo, durante la segunda mitad de 2014, la fortuna de Slim alcanzó los 85 mil millones de dólares.
¿Se trata de una tragedia para Slim? Lo dudo. No sólo los activos que se le atribuyen siguen siendo superiores a los de cualquiera en México y muchos países, sino que esta caída es producto fundamentalmente de una baja en el valor de las acciones de América Móvil, su mayor empresa, en las bolsas de valores. El propio Slim no tiene menos dinero en el bolsillo. Tampoco tenía más cuando su patrimonio alcanzaba los 85 mil millones de dólares. De hecho, el valor de sus activos fluctúa día con día. El 22 de diciembre, el mismo día en que Bloomberg publicó la nota, el patrimonio de Slim subió 908.2 millones de dólares. No está mal para un día de trabajo.
La fortuna de Slim no sólo fluctúa de manera cotidiana por los movimientos en el valor bursátil de sus empresas sino que depende fundamentalmente de los activos de éstas. Sólo un porcentaje muy pequeño está en efectivo o en propiedades personales. Lo demás son fierros y cables, ladrillos y cemento, equipo electrónico e informático, torres de transmisión, contratos de suscripción de clientes, valor y reconocimiento de marcas, conocimiento acumulado y tecnología de las empresas que controla y que tiene en copropiedad con sus socios. Más de 70 mil empleados, que reciben sueldos y prestaciones de las empresas, comparten los beneficios.
Las fortunas contemporáneas no son como el patrimonio de una persona que puede tener dinero acumulado en una cuenta bancaria o valor en una casa comprada con esfuerzo. Si alguien llegara y le comprara a Slim todas sus acciones en América Móvil, Condumex, Sanborns, Carso Infraestructura y Construcción, Carso Energy, Inbursa y todas sus demás empresas, entonces sí, quizá, tendría 52,800 millones de dólares en sus cuentas bancarias. Pero de poco le serviría. Un empresario prefiere tener activos productivos antes que dinero en el banco.
Mark Zuckerberg, fundador y presidente de Facebook, anunció hace unos días que, con motivo del nacimiento de su hija Max, donaría a su fundación a lo largo de la vida 99 por ciento de su fortuna, calculada ayer por el Bloomberg Billionaires Index en 45,900 millones de dólares. Zuckerberg se une así a otros multimillonarios, como Bill Gates y Warren Buffett, que han hecho promesas similares. Algunas personas alaban este gesto y lo consideran generoso y humanitario. Pero yo no estoy de acuerdo. Para empezar, estos empresarios no están donando su patrimonio sino el de sus hijos. Pero además lo entregan a fundaciones que se convierten en instituciones burocráticas que destruyen valor en vez de crearlo.
Slim, Gates, Buffett y Zuckerberg han ayudado más a la humanidad con su innovación, inteligencia e inversiones que la mejor de las fundaciones de caridad. Si realmente quisieran ayudar a los demás, deberían seguir haciendo lo que mejor hacen: ser empresarios.
FUENTE: REFORMA