Suicidio Colectivo

Por Pepe Jesús del Huerto

El secreto de la vida está en el arte. (Wilde)

Qué estaba pensando el copiloto Andreas Lubitz esa noche cuando decidió quitarles la vida a 149 personas y la de él mismo, cuando cerró la puerta de la cabina con seguro y ya no dejó entrar al capitán, aprovechándose de que salió un momentito al baño. Hizo descender el avión por los Alpes Franceses.

El Airbus A320 que transportaba a 149 personas entre Barcelona y la ciudad alemana de Dusseldorf se estrelló en los Alpes franceses, sin dejar a ninguna persona viva, gracias a la mente retorcida de Andreas Lubitz.

Cómo es posible que una persona en su sano juicio, de repente le entre la locura en un instante y mate a tantas personas inocentes, que pusieron sus vidas en manos de dos pilotos de una empresa reconocida y de buenas a primeras se genere una catástrofe de consecuencias fatales.

Seguramente iba entre los pasajeros alguna persona clave en los mundos de los negocios, que no convenía de que continuara con vida, porque probablemente le estaba estorbando a otro. No lo sabemos con certeza. Son tanta las líneas de investigación. Sería bueno saber el resultado del ACR (Análisis Causa Raíz).

Cuando uno se sube a un avión, es jugársela para seguir viviendo, porque uno no sabe qué va a fallar, si el motor, la pericia de los pilotos, si un árabe o unos libaneses se van a levantar de sus asientos para amenazarnos, si un pajarito se le va a introducir en las turbinas. Tantas y tantas cosas que pueden suceder. Claramente subirse a un avión es jugársela y jugársela con el destino.

El otro día viajé en avión de la Ciudad de México, a  la Perla Escondida de México y un capitán de barco que es mi amigo me dijo: Yo tengo diez años volando y nunca me he accidentado. Le contesté: no mata el rayo sino la raya, cuando te toca te toca. Uno nunca sabe cuándo se va a morir, si cada quien supiera cuando se va a morir, no quedaría tanta gente desamparada, pues todos contratarían un jugoso seguro de vida.

Lo que le sucedió a Andreas Lubitz, fue que ya no quería vivir, no le encontró sabor a la vida. Aprovechó el momento para hacer lo que hizo, si el capitán no hubiese salido al baño, seguramente no estaríamos hablando de este tema. Muchos se suicidan de muchas maneras. En su cuarto se cuelgan de una hamaca, otros beben herbicidas, otros se bañan con gasolina y se prenden fuego. Son personas que se pierden en el abismo de su pensamiento. Tan buenos que son los morenitos (frijoles), he escuchado decir a muchas personas con problemas, y no por eso se suicidan. Se aguantan y se aguantan. Los amigos suelen decirte: Con el tiempo, hasta te vas a reír de esto, ¿Sí o no? Así te dicen algunos amigos cuando tienen graves problemas en la vida.

A consecuencia de este suceso actual, que sacudió al mundo aeronáutico, recordemos cuando perdió la vida, nuestro gran paisano y amigo de todos, el Lic. Carlos A. Madrazo Becerra, que a 45 años de aquella tragedia del cerro del Fraile, seguimos pensando si fue Accidente o crimen de Estado, ex líder del PRI,  padre del ex candidato a la presidencia de la República, Roberto Madrazo Pintado y abuelito del niño verde tabasqueño, Federico, Luis y yo. Existen aún interrogantes no resueltas, y aunque el Gobierno respondió que fue una “colisión por error de la tripulación” prevalecen dudas. Fue a festejar los quince años de una de las hijas de sus amigos del Norte, y nunca pensó el “Ciclón del Sureste” que jamás regresaría al edén. En la década de los sesenta, ya en los Estados Unidos habían sucedido varios avionazos, a consecuencias de bombas caseras, activadas con reloj de lavadoras de ropa y tostadoras de pan bimbo. Eso lo vimos en un capítulo de “Discovery Investigatión”. Tampoco estamos afirmando que fue una bomba lo que desplomó el avión de Madrazo, pero si nos dejan tantas interrogantes todavía. Muerto el Perro, se acabó la rabia. Le dejó el camino libre y bien pavimentado con concreto hidráulico, al Hombre de la Guayabera blanca, Luis Echeverría Alvarez. Seguramente el Andreas Lubitz  de aquella época, estaba arreconchadito en tierra. Pero todo se paga en esta vida y con interés compuesto, como en las matemáticas financiera.

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