Sueños y algo más

Por Pepe Jesús del Huerto

Ayer soñé con el Presidente Enrique Peña Nieto, soñé que estaba yo hospedado en un departamento de un familiar en la Ciudad de México y me pasó a buscar con toda su comitiva, de hecho hasta me esperaron un ratito, hasta que me subiera a una de las Suburban, no en la que iba él. Después estando en una reunión escuchando una exposición de un tema que no recuerdo, estando sentado enfrente de mí, me pregunto Henry Monster: ¿Pepe, te acuerdas de la dirección de la casa donde te fuimos a recoger?
−No, qué pena que no lo apunte, pero ahorita le mando un mensajito a mi tía, le dije…

−Es la calle tal, colonia tal, Delegación tal, por la universidad Autónoma Metropolitana de Xochimilco, me dijo muy serio el Presidente

Quedé asombrado de su retentiva y se me hizo raro de que me lo preguntara. Posiblemente en ese sueño, o en esa dimensión humana era yo quizás un funcionario de alto nivel, pues para que me pasara a recoger el Presidente, se requiere de un gran puesto político. No conozco a alguien hasta ahorita que lo pase a recoger el Presidente. Y no es que tenga complejo de superioridad.

Estando todos sentados alrededor de una mesa, como si formáramos un equipo de alguna clase o de un curso, a mi izquierda estaba sentado el periodista Gabriel Fields, ese que se auto nombra “el columnista de México”, usa gorrita de español, pero como de incógnito, porque le hice varias preguntas y me contestaba a regañadientes, como que no quería entablar platica conmigo. Pensé que era porque no quería interrumpir la exposición en la que estábamos participando, o porque yo no soy artista, pues siempre se le ha visto entrevistando a personas de la farándula. Los políticos no le interesan mucho, digo.

Independientemente, que el Presidente tenga muchos críticos que no lo favorecen, por la envidia que le tienen. Porque a mi si me consta que su Gobierno está apoyando al campo como nunca antes, con créditos súper baratos, para reactivar la economía a una velocidad supersónica. El Presidente no va a ir a las casas a decirle a la gente que no sea huevona y que se pongan las pilas. Lo cierto es que Peña Nieto, es el que manda en México, en el Poder Ejecutivo, le pese a quien le pese. Eso está como aquel cuento del hombre que preguntó por el precio de tres loros, de esos que aprenden a hablarle a sus dueños. El primer loro hablaba un idioma y costaba 5 mil dólares. El segundo loro hablaba dos idiomas y costaba 10 mil dólares. El tercero no sabía nada, pero los otros dos le decían JEFE y costaba 50 mil dólares. Yo si estimo a mi Presidente, por algo es Presidente.

Me hubiese gustado mejor soñar con el Presidente, comiendo con toda su comitiva en la cantina “Cuchilleros”, ubicada en la esquina de calle Madrid y Calle París, atrás del senado de la República, a una cuadra pequeña de Paseo de la Reforma, ahí donde se reúnen casi todos los senadores y alguno que otro artista, como Humberto Zurita, etcétera, etcétera. Ahí, le hubiese hablado al oído con más confianza, hasta le hubiese entregado un pliego petitorio al Presidente, de todas las anomalías que en mi corta edad, he visto desde a dentro, en la Función Pública. Ahí le hubiese dicho que nosotros tenemos que dejar de exportar petróleo crudo a los Estados Unidos, pues estamos importando gasolina, todo mundo sabe perfectamente que importamos la mitad de la gasolina que consumimos, por eso esta carísima. Ahí le hubiese dicho ¿por qué no refinamos nuestro petróleo? Un barril de petróleo refinado beneficiaria al país con 1440 dólares, en lugar de 90. Y si lo industrializamos en Petroquímicos beneficiaria al país, con la jugosa suma de 5,400 dólares por barril. Ahí le hubiese dicho mil veces ¿por qué no construimos mínimo tres refinerías más, con nuestros propios recursos, para que pases a la historia Peña Nieto, como el mejor Presidente de México. Pero usted amable lector, puede cambiar el rumbo de un país, pensando mejor a quien le dan su valioso voto.

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