LEGADO FATAL


Por Pedro Gutiérrez Gutiérrez.

En cinco días, concluirá lo que para el PRI se convirtió en la peor de sus pesadillas, el gobierno de Andrés Rafael Granier Melo. De todos los factores que influyeron en la peor derrota electoral que haya sufrido el PRI en toda su historia en Tabasco, dos fueron determinantes: la homologación de las elecciones y el pésimo ejercicio gubernamental. Andrés fue el autor de ambas.

Sin formación política e identidad partidaria gobernó a capricho con familiares e incondicionales sin escrúpulos. Le entregó poder y dinero sin límites a uno de sus hijos a quién le concesionó en calidad de feudo el municipio de Centro, el cual políticamente destrozó. El PRI perdió la gubernatura en éste municipio con una diferencia de cincuenta mil votos, síntoma inequívoco de esta torpe decisión.

Los seis candidatos a diputados locales, la planilla de candidatos a regidores, el candidato a presidente municipal, los dos candidatos a diputados federales, los candidatos a Senadores, el candidato a la gubernatura y a la presidencia de la república perdieron abrumadoramente en el municipio de Centro. Este desastre electoral en la capital del estado constituye la expresión más genuina del rechazo social al estilo analfabeta de gobernar del Químico.

Obsesionado con heredar el gobierno al coautor de su desgobierno, homologó las elecciones sin más motivo o fundamento que su deseo personal de extender su dinastía y su admiración por su “hermano del alma” que por cierto, hoy lo abandonó, como lo hacen muchos de sus cómplices. Ignorante de la ley y de las reglas elementales de la política, con todo cinismo lo promovió sin escatimar recursos, cuando fracasó, jugo un doble juego para comprar impunidad. Le apostó al giro y al colorado, quedando mal con ambos.

En su discurso de toma de protesta el día uno de enero del 2007, repitió mil veces ser un hombre congruente, un hombre de honor; ofreció caras nuevas en su gobierno; prometió una forma distinta de hacer gobierno; dijo que el palacio de gobierno sería la casa del pueblo; qué en sus oficinas estaría poco tiempo porque él despacharía en las Villas y Poblados de Tabasco; señaló su voluntad para combatir la pobreza y garantizar la seguridad de las familias tabasqueñas.

Dijo con énfasis, que Tabasco era rico en petróleo y gas, pero sobre todo en agua a la que había que “administrar, tratar, controlar y conducir”. Adujo que llegaba al gobierno con las “manos y la conciencia limpia” y que así se iría al término de su administración. Afirmó que no gobernaría con colores partidistas y que había llegado el momento de la reconciliación, evitando así enfrentamientos estériles. Apuntó que en “Tabasco todos podemos ser ganadores, si escuchamos la voz del pueblo”.

Andrés Rafael Granier Melo, se va sin cumplir sus compromisos. No fue congruente y menos un hombre de honor, sino por el contrario fue un gobernante altamente contradictorio en su actuación y lo que es peor, deja el gobierno llevándose el señalamiento de la mayoría, de corrupto y cínico.

No administró con caras nuevas sino con las mismas de su clan formado en el ayuntamiento de Centro. Sí, gobernó en forma distinta, tanto, que será un parteaguas en la historia política del PRI en Tabasco. Será el referente obligado, para citarlo como ejemplo de lo que se tiene que combatir para ganar elecciones. Gobiernos como el de Granier son garantía de derrota y desprestigio social para cualquier partido.

El Palacio de Gobierno no fue del pueblo como predijo, se cancelaron las audiencias ciudadanas y las Villas y Poblados tampoco fueron su destino, prefirió mandar desde la comodidad y privacidad de su despacho del Palacio para fugarse de la realidad y de los reclamos y exigencias de los ciudadanos. La pobreza creció y la delincuencia se apoderó de Tabasco.

El agua como riqueza natural se convirtió en la mejor de sus vetas políticas. Las inundaciones las utilizó no para socorrer, sino como escenario mediático para alcanzar su máxima popularidad, las convirtió en su principal pretexto sexenal para ocultar su ineptitud e ineficacia política. Sacó la cabeza para la foto, en el momento de mayor dolor de la gente y luego se ocultó para hurtar y mal administrar la ayuda de todos. Las filas interminables de gente en la quinta Grijalva para lograr una despensa dan cuenta de su enfermiza vanidad y egolatría.

Nunca buscó la reconciliación de la clase política por el contrario la marginó, la cuestionó, la golpeó y la ridiculizó imponiendo decisiones. Al PRI le designó como hizo con su gobierno, amigos y compadres, sin carrera política, como dirigentes y candidatos ignorando reglas y derechos partidarios. Le bajó órdenes con personajes que hace años despotricaron y traicionaron al PRI. Los recursos políticos y materiales del gobernador se concentraron en una sola campaña: la de su supuesto heredero al trono.
Andrés Granier dijo en su discurso de Toma de Protesta en la Plaza de Armas, que se iría como había llegado, con las manos y la conciencia limpia. Llegó a la gubernatura chantajeando al PRI, pues sus emisarios, ahora cómplices, afirmaban que Granier sería candidato del PRI o del PRD. Llegó a gobernador porque el presupuesto del Ayuntamiento de Centro no lo empleó para Obra Pública sino para repartirlo como favor personal, en dadivas individuales con el objeto de crear clientela política. La gubernatura la ganó en el municipio de Centro con casi 45 mil votos de diferencia, paradójicamente los mismos votos con que los ciudadanos ahora repudiaron su gobierno en las elecciones de julio.

Consumió el presupuesto del estado calculado en más de 200 mil millones de pesos durante su sexenio, con opacidad y rapacidad. Autorizó salarios y prebendas de escándalo a sus incondicionales y festinó el uso indiscriminado de los recursos públicos por la familia real. Recibió una deuda de 400 millones y la entregará 25 veces más alta, en 11 mil millones. El desorden administrativo toco fondo en forma inédita en dependencias como salud y educación en donde no se ha cumplido siquiera, con el pago de los trabajadores.
Andrés Rafael Granier Melo no se va, con las manos ni con la conciencia limpia. Deja un Legado Fatal al PRI de demagogia, simulación y corrupción que representa una etapa vergonzante para el partido.

En la nueva etapa del PRI, como partido en la oposición, la legalidad y la actitud frente a todo y a todos, tienen que ser las herramientas privilegiadas en su proceso de recomposición política. El PRI no debe ser comparsa de juegos mediáticos que buscarán fabricar culpables para diseñar artificialmente mantos de credibilidad al nuevo gobierno, pero tampoco puede defender a delincuentes.
El PRI nació para garantizar paz y hacer realidad el proyecto social de la Revolución, nunca para cobijar farsantes y depredadores del erario.  La Comisión Nacional Anticorrupción tiene materia prima para estrenarse en Tabasco.

El PRI tiene una cita con su historia. El tiempo que durará como oposición en Tabasco dependerá de su capacidad de cambio y transformación. Por elemental lógica política, el PRI ya no volverá a ser lo que fue.  La derrota es su oportunidad para depurarse, transformarse y recrearse. De su voluntad política para deslindarse del Legado Fatal que le hereda el gobierno que lo hizo perder las elecciones y en consecuencia el poder político, depende su futuro.

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