GAJES DEL OFICIO... JAVIER MAY, TIENE UN TALLER ILEGAL DE PIÑATAS EN LA BIBLIOTECA DE COMALCALCO
Lo que da Coraje y lo que da Risa
No es fácil ser periolisto, pero
cuando se hace de verdad, no de a mentiritas, o queriéndole caer bien a todos. Es una labor que
raya en el estoicismo, en donde existen, diminutos instantes de gloria y derrotismo, a veces
querido por todos, otras difamado, otras odiado, otra, ni si quiera eso.
El ego en esta carrera maratónica,
es estorboso, inservible, un músculo que si se usa te atrofia, te ata a la
mediocridad, a la estupidez, te nubla los sentidos y te pierdes, como la
chinita en el bosque da la china, canción que cantaba Topogigo. Es fácil
conocer a un comunicador inflado por el helio de los aplausos, más ahora con
esto de las redes sociales, pues con mucha regularidad, su trabajo no habla por
ellos, más bien, ellos son la quinta maravilla del mundo, y lo peor, suelen ser
demasiados déspotas para creer lo contrario.
Pero a veces, hasta el más
aguerrido y disidente periolisto cae en las redes del narcisismo, y en automático,
deja de crecer, de ser creativo y mira la profesión con desdén y bajo un
criterio muy pequeño. Por lo mismo, he de decir, que se aprende mucho más a
fuego lento y al golpe del marro, con la crítica sana y mal sana, aquellas que
chocan con el estereotipo e imagen que creas con tu labor, es ahí donde el
profesional, aprende o se enseña a ser maduro, a tener los pies bien puestos en
la tierra, a aceptarse imperfecto, y a mantener la cordura en tiempos de
crisis, aunque a veces, los elogios, con mucho mayor dinamismo los excesivos, suele provocar en un mortal simple, y sencillo, el fenómeno de levitación.
Es en ese tenor de la levitación,
que aseguran ciertas narraciones orales y escritas, suelen acompañar a más de
un santo, en donde el periolisto, deja de ser periolisto, pues esos super poderes,
no pertenecen a este mundo, ya que son vestigios de la divinidad, que se
atribuyen a muy pocas almas iluminadas, tal como lo fue, Santa Inés, de quien
aseguran, sus seguidores más nobles o fanáticos, cuando rezaba, tendía a despegar
los pies de esta tierra, por lo mismo, algo prudente, se sujetaba fuerte a las
bancas de las iglesias, pues estaba propensa a salir volando y perderse en el
infinito cielo. La verdad, he de decir, que ya ni me acuerdo dónde leí lo
anteriormente escrito, pero siempre guardé esa imagen, no hereje, en mi mente, con el respeto que merecen las
santas, en este caso Santa Inés, retirándose poco a poco del suelo, e irse elevando por
los aires, con toda su indumentaria de religiosa, mártir, y deidad, para luego
acabar prendida en alguna nube pasajera, o simplemente diluirse entre aquellos
azules tan espectaculares de la creación.
La levitación ha estado
habitualmente relacionada con los fenómenos paranormales de los grandes
místicos. De hecho, hasta hace no mucho tiempo, la levitación era considerada
un Signum Dei, un signo de divinidad que podía decidir la causa de
beatificación o canonización de un santo.
Pero si hablamos de la
levitación, debemos agregar que son muchos los santos católicos, ninguno
periolisto, que contradicen las leyes de la gravedad, el alemán Joseph von
Görres filósofo e historiador, realizó un interesante libro llamado: Mística
Cristiana en donde cita hasta setenta y dos casos de santos que levitaron. Entre
los que destacan Santa Inés, Anna Latharina Emmerich, Francisco de Asís, y
otros.
"Podemos citar en una breve
lectura, a San Pedro de Alcántara quien según las crónicas que se tienen de
aquellas épocas, llegaba a mantenerse suspendido en el aire durante horas enteras, Santa Teresa de Ávila
acompañaba sus prodigios paranormales -como levitar- de la más extraordinaria
poesía mística española, Santo Tomás de Aquino llegó a levitar en presencia de
testigos tan relevantes como el pensador y mártir de la heterodoxia Fray
Giordano Bruno (1548-1600) y el padre Pio de Pietralcina vivió todo tipo de
fenómenos extraordinarios además de la levitación, como los estigmas que le
hicieron famoso y le acompañaron durante buena parte de su vida".
"Pero si hay un santo católico
levitador por excelencia es el famoso San José de Cupertino. Este franciscano
que, según Göres levitó al menos en setenta ocasiones documentadas, realizaba
vuelos públicos ante numerosos testigos, cosa poco frecuente en las
levitaciones de místicos, que prefieren realizar sus prodigios en privado".
"El santo varón de Cupertino voló
en presencia de muchas personalidades del siglo XVII, como el mismísimo papa
Urbano VII o el protestante duque Federico de Brunswick, quién se convirtió al
catolicismo después de presenciar uno de los extraordinarios vuelos de San José
de Cupertino. Y no es para menos. Presenciar las demostraciones aéreas del
santo debieron ser un espectáculo no acto para cardíacos, ya que llegó a
realizar vuelos de hasta 25 metros de distancia, manteniéndose hasta dos horas
suspendido en el aire, y llegando a izar con él por los aires a otras personas
o animales".
Pero como les iba diciendo, este
acto de levitar, se puede dar igual en esta profesión, y he de contar a
continuación mi caso…
El día de hoy, fui a dejar unos
periódicos a la biblioteca pública Profesor Rosendo Taracena Padrón en
Comalcalco, en donde, disculpen la palabra un tanto egocéntrica, fui recibido
como rey por algunos ciudadanos, y uno que otro bibliotecario que se topan con
mis alucines en las redes, pero que no me conocen bien, ji, ji, ji, saludé y me
saludaron, abracé y me abrazaron, besé en la mejillita y me la devolvieron, me
sentí por un lapsus, importante, debido a eso, sin pudor, saqué de mi mochila
negra, unos cincuenta ejemplares de la edición del Hijo del Chompipe, y
prestos, creo todos, o casi todos los bibliotecarios fueron a mí, quise correr,
porque pensé, estos me vienen a agredir por lo que expongo de May.
Solo me preguntaron, si los
regalaba o los vendía, mi corazón agitado, y la adrenalina mezclada con el
agradecimiento y gratitud de ese instante, decidí tirar la casa por la ventana,
y les regalé mi cargamento, e inclusive los que llevaba en sobres para entregar
a las direcciones del ayuntamiento, lo repartí todo, solo me quedaron 2
ejemplares, los cuales perdí, o me los quitaron, o de la emoción vaya usted a saber
dónde los dejé.
Es aquí, en donde empecé a
despegar unos 5 centímetros del piso, mis aspavientos fueron mayores, saludé tanto con la izquierda, como la derecha, cuando al salir, me topé con la
verdad, una bella bibliotecaria, se me acercó y me dijo si no tenía yo más
periódicos, le dije a aquella damisela, que efectivamente, pero que no los
traía conmigo, y que el martes si gustaba le traía más, el momento me obligó a
preguntarle, para qué los quería, si tan importante era la información que
manejaba el medio que había llevado, o es acaso, que los coleccionan, o es por
puro amor a la literatura política.
A lo cual me contestó: ¡Es
que estamos haciendo piñatas! Me caí, las rodillas se me hicieron hacia adelante, mi aletear en el espacio duró
poco, es más me fundí en el piso, miré por encima de ella, y me perdí unos
instantes, viendo pasar esos vehículos, rojos, azules, rojos, blancos, negros,
pero mi instinto de reportero, me sacó de pronto del atolladero.
¡Pero si ustedes son
bibliotecarias! ¿Por qué hacen piñatas? Intenté despistar mi marasmo, y mi frustración,
y en voz muy quedita me informó: “Es que el señor coordinador de bibliotecas,
profesor Custodio, junto con el alcalde, nos tienen obligados a los 50
bibliotecarios de nivel estatal, más los de confianza de Don Javier, a hacer
piñatas, las cuales tenemos que hacer de manera inmediata, pues las va a
comprar el mismo ayuntamiento de Comalcalco”.
“Pero unos compañeros, ya
descubrieron, de que esto no es solo para el ayuntamiento, además el
coordinador de bibliotecas vende Piñatas, y como ya se acercan las fechas
decembrinas, están haciendo su agosto en pleno noviembre y diciembre, por si fuera poco, ya les pidió de a 200 pesos a cada uno, para que le invirtamos y
saquemos más, y más obligados que otra cosa, se los tuvimos que dar, esto según
para que nos dieran material, para hacer las piñatas, y solo lo que nos dio,
fue un molde redondo, lo peor es que no podemos decir nada a nadie”…
Ahí dije, a manera de suspiro:
¡Haay Padreee! Entonces para eso quieren mis periódicos, mira pues…
“Pues sí, mire, tenemos que
buscar de donde conseguir papel periódico, el papel de china, aquí estamos en
una fábrica ilegal que nos explota y nos paga para hacer cosas diferentes a lo
que debemos estar haciendo, y como le dije no podemos decir nada, pues ya
amenazó el profesor Custodio, que al que diga algo, lo cambia de biblioteca, y
que a él no le hace nada May, porque él está de acuerdo con él, y que en Villa
no hay problema porque el gobernador y el presidente están de la mano ahorita.
La verdad nos tiene espantados, y más que viene el aguinaldo peor, y pues esa
es la verdad, de por qué, todos andamos como locos buscando la materia prima
para hacer las piñatas de Don Custodio”, terminó diciendo la inocente,
pura y buenos días, bibliotecaria, a quien jamás volveré a llevar un solo
periódico, por lo menos, hasta después de diciembre.
Se despidió y me dio un sutil
beso en mi mejilla, el cual respondí pero le medio rocé su cara, pronto me
dispuse a escribir, a exponer una pillada más de Javito May, y a narrar este
día, en donde un periolisto, un guerrillero raso de la información, levitó unos
10 segundos, y de manera urgente, tuvo que realizar un aterrizaje forzoso. Así
de efímera y enfermiza es la fama, en lo pequeño, entonces que de vulgar, y
soberbia ha de ser cuando se ostenta el poder, gajes del oficio, que solo el que lo vive lo sabe, seguiremos informando (El periolisto que no se mete con
nadie cuando está durmiendo).