HISTORIAS ANÓNIMAS DE COMALCALCO
1era parte
Luis Cruz Hernández
Las
historias que Comalcalco tiene no son pocas y son muy variadas, esta que hoy
les escribo se ha ciencia cierta que es verdadera y aunque solo quien la vivió
sabe si le agrego o quito detalles, yo hoy les cuento a ustedes todo lo que me
dijo.
Parecen
ya lejano el año 2003, cuando todo esto paso, pensando en un mejor futuro para
el mismo y sus seres queridos; esta amigo dejo a su familia por buscar el sueño
americano, no sé si lo que buscaba era realmente lograrlo o solo vivir la
aventura, en esos entonces pasaba por duras penas en cuanto a la economía, no
veía por donde salir adelante ya no digamos en nuestro pueblo, ni en nuestro
estado, ni siquiera en nuestro país, dejándose llevar por lo que algunos camaradas le contaban del viaje, de la
experiencia, de lo “fácil” que era cruzar al otro lado, reunió lo poco que
tenía y sin saber pronunciar una sola palabra en inglés, sale de la central camionera de nuestro
municipio teniendo como primera escala el municipio de Cárdenas, buscando
llegar al final de su travesía a Yuston Texas, no se confundan sé que está mal
escrito, solo quiero que sepan cómo nuestro amigo pronunciaba el nombre del
lugar al que se dirigía. Después de casi un día de viaje en autobús por las
carreteras costeras del golfo de México nuestro amigo se encuentra a un paso de
la frontera, logra hacer contacto con la persona a quien desde tierras
tabasqueñas habían contratado para tan importante tarea “un pollero”
recomendado por otro conocido quien dicho sea de paso trabajaba en Houston
ganando 7 dólares la hora lavando platos en un restaurante gringo, y quien les
había hecho la promesa de conseguirles trabajo al encontrarse por aquellos
rumbos, una vez descansado una noche y ya estar bien comido y bebido se
dispusieron a cruzar la frontera, eran aproximadamente un grupo de 30 personas,
mujeres y hombres, algunos jóvenes, algunos de mayor edad e incluso parejas,
cruzar el rio fue fácil, una distracción con barriles tirados al rio, alerto a
la patrulla fronteriza a unos 500 metros lejos de ellos, pasaron sigilosos en
balsas recubiertas de bolsas negras que intentaban camuflagearlos con la noche,
pero la facilidad con la que cruzaron tenía un porque, una vez cruzado el rio y que se habían
internado algunos metros en suelo norteamericano, sonaron las torretas de la
migra, nuestro amigo tuvo un instante de claridad y tomo el riesgo de correr
hacia donde el pollero lo hizo, pensó: “este chavo debe saber dónde
esconderse”, como él una pareja y dos hombres más se escondieron en unos
arbustos en donde no fueron vistos, en la carrera perdieron algunos litros de
agua y algunas bolsas con comida, pero nada importaba, porque aún seguían
libres e intentarían llegar hasta su destino. Aprovechando una distracción de los
viajeros el pollero cual mago de televisión se desapareció de su vista
dejándolos a su suerte con un camino básicamente desértico frente a ellos, que
no les auguraba nada bueno para los muchísimos kilómetros necesitaban recorrer.