REFORMA ENERGÉTICA

Pedro Gutiérrez Gutiérrez.

El presidente de la República, Enrique Peña Nieto, presentó el lunes 12 de agosto a la Cámara de Senadores la llamada, Reforma Energética, iniciativa de ley consistente en modificar los artículos 27 y 28 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Esta reforma plantea que el Estado mexicano conserve sus derechos de propiedad y rectoría sobre los recursos naturales del subsuelo del país, como mandata la constitución hasta la fecha, pero permita la participación de los sectores social y privado en la cadena de actividades productivas del petróleo, con el propósito de aprovecharlo mejor y eficientar el sistema de energía eléctrica en el país.  

Se trata de una reforma que impactará dos actividades económicas de la mayor relevancia para la nación: el petróleo y la energía eléctrica.

La reforma busca incrementar la producción de petróleo para invertir las ganancias en desarrollo social. El dinero que se obtenga al incrementarse la producción petrolera se utilizará para que México cuente con mayores y mejores carreteras, escuelas, hospitales y servicios públicos. Para que el gobierno combata la pobreza y el hambre,  entre otros beneficios.

La reforma busca incrementar la generación de energía a menor costo para bajar las tarifas eléctricas y con ello beneficiar el bolsillo de las familias mexicanas e incentivar la industria y el comercio para que haya más empleo.

México cuenta con reservas probadas para 10 años de producción petrolera. Sin embargo, la mayor parte de este petróleo se encuentra en el mar, lo que requiere no sólo de mayor inversión económica, por la complejidad en las actividades de exploración y extracción, sino de empresas que cuenten con tecnología de punta.

Para poder enfrentar estos nuevos retos, los países petroleros en el mundo están modificando su marco legal para poder tener acceso y explotar estos yacimientos.

La Agencia Internacional de Energía ha catalogado a México (séptimo) dentro de los 10 países que cuentan con importantes yacimientos de gas y petróleo en lutitas (lutita: roca de la que se puede extraer petróleo y gas), siendo Rusia y Estados Unidos los países con mayores reservas de este petróleo. Sin embargo nuestro país no ha podido explotar estas reservas por falta de tecnología e inversión.

En el 2012 Estados Unidos otorgó 9,100 permisos para perforación en yacimientos de gas y petróleo de lutitas, a 170 empresas, mientras México perforó solo 3.

Por otro lado, los costos de perforación en aguas profundas del mar, qué es donde ahora se encuentran los yacimientos más importantes de petróleo, son 10 veces mayores a los de aguas menos profundas (someras) y 100 veces más caros que las exploraciones en yacimientos en tierra.

Nuestro principal socio comercial, los Estados Unidos, perforó en el 2012, 137 pozos en aguas profundas, mientras México sólo hizo 6. En Estados Unidos participan 70 empresas en esta actividad, mientras en México, sólo Petróleos Mexicanos. Asumiendo en consecuencia todos los riesgos y responsabilidades.

La tecnología que se emplea para explotar estos pozos profundos ha sido comparada con la que se emplea en la aeronáutica espacial, debido a las condiciones extremas que se enfrentan de presión, temperatura y corrientes marinas. Por eso, México requiere contratar empresas que cuenten con el suficiente capital económico y la tecnología requerida para incrementar su producción petrolera.

Actualmente, el marco jurídico del país, no permite la contratación de empresas por parte del Gobierno Federal para poder participar en la cadena productiva del petróleo. Esto ha provocado que México importe cada vez mayores cantidades de gas natural, gasolinas, diésel y petroquímicos.

En 1997 importábamos el 3% de gas natural, actualmente se importa el 33% en una gran contradicción, pues siendo el séptimo país con yacimientos importantes de gas importamos la tercera parte del consumo nacional. De seguir esta tendencia, en pocos años se estará importando mayores volúmenes de hidrocarburos.   

Esta misma paradoja se expresa en la petroquímica. En razón de la limitación que tiene México para refinar el petróleo cada vez importamos más combustibles. En 1912 el país contó con una producción diaria de petróleo del orden de los 2.5 millones de barriles, refinándose sólo el 1.2  millones de barriles, teniendo que importar la mitad de la gasolina y la tercera parte de diésel que se consume en el país.

En 1997 sólo importábamos el 25% de la gasolina, por lo que en lugar de disminuir, se ha venido incrementando la necesidad de importar más volúmenes de combustible.

Por otro lado, tenemos una insuficiencia considerable en la construcción de infraestructura de gasoductos en el país. A noviembre del 2012 contamos con una longitud de 11,131 kilómetros que ya alcanzó su tope máximo de transporte, lo que ha limitado la importación de gas natural por ductos y amenaza con provocar problemas de abasto de gas natural para el país.

La evolución histórica jurídica del país en cuanto a la explotación de los productos del subsuelo ha variado. La Constitución de 1917 plasmó en el artículo 27 el régimen de propiedad y de dominio de la nación de todos los minerales o sustancias del subsuelo entre ellos el petróleo. Dicha disposición constitucional facultaba al gobierno federal a otorgar concesiones, figura jurídica bajo la cual los particulares podrían aprovechar bienes del dominio de la nación para explotarlos, entre ellos, el petróleo.

La primera gran reforma energética la ejecutó el Gobierno del General Lázaro Cárdenas del Río. El 22 de diciembre de 1938 se envió la iniciativa de ley al Congreso de la Unión y el 9 de noviembre de 1940 se publicó la reforma en el Diario Oficial de la Federación.

Dicha reforma contempló cuatro aspectos fundamentales:

a). Se ratifica la propiedad del Estado sobre los recursos del subsuelo, entre ellos el petróleo;

b). Se suprimen las concesiones para explotar el petróleo y toda substancia que contenga carburos de hidrógeno, para que sea derecho exclusivo del estado su explotación (extracción);

c). Se establece que en la Ley reglamentaria respectiva se determinará la forma en que la nación llevará a cabo la explotación de esos productos y

d). Se permitió bajo el régimen de la concesión la participación de empresas en la refinación, transporte y distribución de hidrocarburos.

La reforma del general Lázaro Cárdenas contempla dos ángulos que debemos observar cuidadosamente. Por un lado ratifica la propiedad del estado sobre el petróleo y por el otro se arroga la potestad de definir la forma en que explotará el petróleo, que no sea la vía de la concesión.

La reforma cardenista no suprime la participación de las empresas particulares en los procesos productivos del petróleo, por eso en la Ley reglamentaria del artículo 27, se autorizan los contratos con particulares e incluso se autorizan concesiones para otras actividades de la industria del petróleo como la construcción de refinerías, oleoductos y distribución de gas.

De esta manera, la Ley reglamentaria del artículo 27 constitucional publicada el mismo día que la reforma a la carta magna, permitía la posibilidad de celebrar con particulares contratos para la exploración y explotación del petróleo.  En la misma ley se estableció que las compensaciones por estos contratos podían ser en efectivo o equivalentes a un porcentaje de los productos obtenidos.

Esta reforma subsistió cerca de 20 años, hasta que en noviembre de 1958 Adolfo Ruíz Cortinez, expidió juna nueva Ley Reglamentaria del artículo 27 constitucional en el ramo del petróleo, en donde se eliminó la posibilidad de celebrar contratos con particulares en todas las actividades de la industria petrolera, otorgando exclusivamente dicha competencia  a Petróleos Mexicanos (PEMEX).

En consecuencia el 20 de enero de 1960 se incorpora la prohibición de contratos establecidas en la Ley reglamentaria al artículo 27 constitucional.

Para evitar que PEMEX pudiera ser considerado como una empresa ejecutora de prácticas monopólicas, el 3 de febrero de 1983 se reforma el artículo 28 constitucional señalando que no constituyen monopolios las funciones que el estado ejerza de manera exclusiva en las áreas estratégicas del petróleo y demás hidrocarburos, así como petroquímica básica.

Con las reformas de 1958, 1960 y 1983 se modifica el diseño jurídico que en 1938 plasmó en la constitución y en la Ley reglamentaria el presidente Lázaro Cárdenas en materia de política petrolera. La recuperación del diseño jurídico cardenista es lo que inspira la reforma constitucional que presentó Enrique Peña Nieto a la Cámara de Senadores hace unos días.

Lo que contempla la iniciativa de reforma a los artículos 27 y 28 constitucionales es regresar al modelo jurídico cardenista de permitir que el gobierno federal pueda convenir la participación del sector privado en la exploración y extracción del petróleo, así como en su refinación y transporte.

La propuesta de Enrique Peña Nieto similar a la de Lázaro Cárdenas, mantiene la propiedad de la nación sobre los hidrocarburos en el subsuelo; mantiene la prohibición de otorgar concesiones a terceros; plantea la posibilidad de realizar contratos con organismos o empresas del Estado o empresas privadas que permitan ser más eficientes las actividades de exploración y extracción de hidrocarburos y finalmente autoriza permisos a empresas privadas para la refinación, transporte, almacenamiento y distribución de hidrocarburos.

La razón fundamental de que en 1958 se prohibiera la participación de empresas privadas en la exploración y extracción del petróleo fue que el Estado mexicano tenía la capacidad de hacerlo porque convencionalmente se hacía en tierra, ahora esa condición ha desaparecido.

Prácticamente la explotación petrolífera en tierra  ha concluido para darle paso al predominio de la extracción del petróleo en el mar. México tiene un gran potencial de gas y petróleo en lutitas que requiere de grandes capitales de inversión y de tecnologías con las que no cuenta, pero que a través de contratos con empresas altamente desarrolladas podemos lograr producciones de 3 millones de barriles diarios de petróleo.

Ya se han dado pasos en la legislación para ir desmontando las prohibiciones de realizar contratos por parte del Gobierno Federal con particulares en la industria petrolera de México.

El 11 de mayo de 1995 se reformó la Ley reglamentaria del artículo 27 constitucional para eliminar del catálogo de actividades que comprende la industria petrolera a cargo exclusivo del estado, el transporte, almacenamiento y distribución de gas metano y licuado de petróleo para poder convenirlas con particulares.

De consolidarse la reforma que propone el presidente de la República, México podrá restituir las reservas probadas de petróleo y gas en un 100%, ya que al incrementarse la exploración y producción de petróleo colateralmente conlleva al descubrimiento de nuevos yacimientos.

Se incrementaría la producción a 3 millones en el 2018 y a 3.5 millones en el 2025. En el caso del gas pasaríamos de  los 5,700 millones de pies cúbicos diarios que hoy producimos, a 8 mil millones en el 2018 y a 10 mil millones en el 2025. Con el incremento de la producción de hidrocarburos en consecuencia habría un mejor abasto de gasolinas y gas a precios competitivos.

El incremento en la inversión y la producción incidirá en la generación de empleos. La obtención de recursos fiscales adicionales permitirá invertir en programas dirigidos a abatir la pobreza extrema, fortalecer los servicios de salud pública, mejorar la calidad educativa, invertir en infraestructura, aeropuertos, carreteras, servicios de agua potable, drenaje, electrificación, saneamiento de aguas, etc.

LA REFORMA DEL SISTEMA ELÉCTRICO.

La Comisión Federal de Electricidad (CFE) tiene una cobertura del 98% de la población en el país. En consecuencia, ahora el reclamo social más importante no es la electrificación, sino el alto costo del servicio.
Una comparación del costo de la tarifas en México aún con subsidio, con los Estados Unidos resulta que las tarifas en el país son 25% superiores, representando un freno a la economía mexicana.
La tarifa mexicana residencial promedio son 149% mayores que la de los Estados Unidos y la tarifa subsidiada residencial promedio es 24% menor en México que en los Estados Unidos, logrando esto último con un apoyo de las finanzas públicas del orden de los 57 mil millones de pesos en el primer semestre del año.
Por otro lado, la situación financiera de la CFE es deficitaria. En el 2012 la empresa paraestatal  presentó un déficit financiero de 77 mil millones de pesos. Si bien este déficit se redujo con la exención de impuestos por el uso de patrimonio del estado, la CFE de todos modos tuvo que sufragar 33.4 mil millones de pesos.
Para los primeros seis meses de lo que va del año la empresa ya tiene acumulados 35 mil millones de déficit y la tendencia futura seguirá incrementándose hasta que la cifra sea inmanejable. Ante este panorama es necesario reducir los costos de producción de energía eléctrica.
Actualmente, México cuenta con una capacidad efectiva de 63 Gigawatts (un Gigawatts representa 1000 millones de watts). La CFE opera el 64% y el resto lo operan terceros. La creciente participación del sector privado nacional y extranjero en la generación eléctrica es el resultado de las reformas a la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica, publicadas en el Diario Oficial de la Federación el 23 de diciembre de 1992, la cual permitieron la participación de terceros en las actividades que no se consideran servicio público.
Esta apertura limitada del sector privado ha permitido sin embargo, ofrecer mejores tarifas a sus clientes en detrimento de la CFE que no ha podido competir por los grandes usuarios, sobre todo por las condiciones a las que está sujeta la CFE.
Por otro lado es destacable el interés de avanzar en la transición energética. En el 2012 se aprobó la Ley General de Cambio Climático, en el cual el país establece como meta la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en 30% para el año 2020. Dentro de los renglones comprometidos para ello está la contribución que deberá realizar el sector energético, particularmente de la industria eléctrica, la cual deberá promover que al menos el 35% de la generación eléctrica provenga de fuentes limpias en el 2024.
En el 2012 el 20.7% de la generación de electricidad para el servicio público se basó en tecnología convencional que consume combustóleo o diésel, que son 4 veces más caros que el gas natural y que tiene un impacto ambiental mucho más dañino. Se estima que la sustitución de combustóleo por gas natural producirá ahorros sustanciales.
En los últimos tiempos, el desabasto de gas natural que ha sufrido el mercado interno ha obligado a la CFE a sustituir gas natural por combustóleo, lo que ha tenido un impacto financiero de 18.9 miles de millones de pesos en el 2012 y de 8.4 miles de millones de pesos en el primer cuatrimestre de 2013.
Una matriz energética más limpia y diversificada es una condición necesaria para mitigar el cambio climático, tener mayor generación de energía eléctrica y disminuir los costos. China, Estados Unidos y la India cuentan con una capacidad instalada para generar energía eléctrica  a base de energías renovables como la eólica, geotérmica, solar y biomasa, sin incluir hidroeléctricas, de 90, 86 y 24 Gigawatts, respectivamente, mientras que México alcanzó apenas el 2.4 Gigawatts.
La participación de energías no fósiles (petróleo) en el Sistema Eléctrico Nacional fue apenas del 18.3% de la energía generada siendo que la meta a alcanzar al 2024 es de 35%.
La CFE fue diseñada para responder a la necesidad urgente de electrificar al país, para ello adoptó un modelo basado en plantas de generación termoeléctricas. La reforma que el Presidente propone tiene como uno de sus objetivos corregir las limitaciones del modelo actual para agregar capacidad de energías renovables a gran escala, mediante la creación de un mercado competitivo de generación, administrado por el estado.
Para darle una mayor agilidad al sistema eléctrico es necesario modernizar y ampliar la red nacional de trasmisión. Para ello será necesario resarcir el rezago de inversión existente en este rubro. Actualmente el 47% de las líneas de trasmisión de la CFE tienen más de 20 años de antigüedad. Es imperativo que la red de trasmisión se expanda por encima del crecimiento de la demanda.
En la práctica internacional, destaca la importancia de contar con una entidad independiente que realice la planeación y la operación de la red de trasmisión así como el despacho de la energía, es decir, que controle la operación del Sistema Eléctrico Nacional. Argentina, Bolivia, Brasil Chile, Colombia, Ecuador, Guatemala. Honduras, Nicaragua, Panamá, Perú, El Salvador y Uruguay tienen un mercado eléctrico con un operador independiente.
En el segmento de la distribución existe una oportunidad de reducir costos y en consecuencia mejorar las finanzas de la CFE mediante la reducción de las pérdidas de energía. En el 2012 las pérdidas fueron del orden del 15.3% Las cifras en los países industrializados es del orden del 3% al 8% en el 2010.
La reforma que el Presidente Enrique Peña impulsa en materia de electricidad tiene como propósito reducir los costos de producción y las pérdidas técnicas y no técnicas a fin de disminuir las tarifas eléctricas y prevenir la pérdida de patrimonio y descapitalización de la CFE, así como diversificar la matriz de generación de energía para hacerla más limpia.
Desde el decreto que autoriza al Ejecutivo Federal la creación de la Comisión Federal de Electricidad, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 20 de enero de 1934, se delineaban dos objetivos básicos, el suministro de la energía eléctrica a precios reducidos y llevar la electricidad a todo el territorio nacional.
La Ley que crea la Comisión Federal de Electricidad (CFE) publicada en el Diario Oficial de la Federación el 24 de agosto de 1937, expedida por el General Lázaro Cárdenas del Río ratificó los objetivos de crear un sistema nacional de generación, trasmisión y distribución de energía eléctrica barata.
Con la publicación posterior en el Diario Oficial de la Ley de la Industria Eléctrica el 11 de febrero de 1939 el gobierno de Lázaro Cárdenas produjo el cuerpo normativo más complejo en materia eléctrica. En esta norma jurídica se estableció la regulación estatal de las actividades de los particulares en materia del sistema eléctrico, así como la participación del Estado, a través de la CFE en el desarrollo de las actividades de la industria eléctrica.
En 1960 se reforma el artículo 27 constitucional para establecer que corresponde exclusivamente a la Nación generar, conducir, transformar, distribuir y abastecer energía eléctrica  que tenga por objeto la prestación de servicio público y señalar que en esta materia no se otorgarán concesiones  a los particulares.
En razón de ello, el presidente de México, propone una reforma al sector eléctrico, como Lázaro Cárdenas lo planteó desde el primer momento consistente en: a). Reducir los costos del servicio; b). Sienta las bases para organizar un sistema eléctrico nacional conforme a principios técnicos y económicos; c). Plantea el desarrollo del sector basado en la participación conjunta de la CFE y de particulares y d). Fortalece las facultades del Estado para regular el desarrollo del sector. Esta propuesta integra los avances tecnológicos que permiten hoy en día formas más eficientes de organización industrial.
La reforma del sector eléctrico que propone Peña Nieto plantea incrementar la generación de energía eléctrica para disminuir los costos, sin que el Estado pierda la rectoría en el control del sistema, con la exclusividad de trasmitir y distribuir la energía como un servicio público para la productividad nacional y el bienestar social.
En este esquema de reforma, tanto el control del sistema eléctrico nacional como la propiedad de las centrales y las redes de trasmisión y distribución de la CFE se mantienen en manos de la Nación.
Una vez que se establezca un entorno de reglas claras para la inversión y la participación privada, se acelerará la sustitución de combustóleo por energías limpias y gas natural, para reducir la emisión de gases de efecto invernadero.
En conclusión, la reforma que presentó el Presidente de la República tiene por objeto dotar al Estado mexicano de un marco constitucional que responda a los retos que enfrenta nuestro país en materia energética, que al mismo tiempo que mantiene intactos sus derechos de propiedad y rectoría, le permitirán el mejor aprovechamiento de sus recursos naturales y la participación de los sectores social y privado en actividades productivas.

Se trata de una reforma que retoma las iniciativas de Ley, que en su momento cristalizó el Presidente Lázaro Cárdenas para lograr mejores precios en los energéticos en beneficio de los mexicanos.

Quienes señalan que dichas reformas son para privatizar PEMEX o a la CFE, mienten deliberadamente. Quienes acusan que dichas reformas son para entregar la propiedad de los recursos naturales, como el petróleo,  mienten. Ayer el General Lázaro Cárdenas del Río y hoy Enrique Peña Nieto, al actualizar el marco jurídico en materia energética, responden al reclamo del pueblo de México de contar con luz y gas más barato, y servicios más eficientes.

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