EL ÁRBOL DE LA MUJER

Desde lejos la vi, se veía exhuberante entre robustos robles, casi oculta por la maleza, sus brazos en vilo, como quien clama, ruega, implora, o sencillamente goza de la vida.






No niego que me Ruboricé al pensar, que aquel árbol tenía forma de mujer, para salir de mi duda pregunté a otros machos como el que esto escribe, y efectivamente, incluso las mismas damas, ven su silueta, entonces respiré aliviado. Y decidí ir a preguntar por esa imagen, que a lo mejor fue hecha por el mismo ser humano o solo un capricho de la naturaleza, una creación natural, representando a una hermosa fémina.


Entrevista realizada la señora Oralia Hernández Aguilar (Doña Nora)¿Por qué el árbol de la mujer?



El árbol creció normal como una pequeña rama que a la edad de tres años ya se notó que tenía la cinturita,  la cadera, el seno y los brazos; entonces se empezó a tener la curiosidad sobre el árbol que crecía, hasta que alguien vino y dijo: yo me voy a tomar una foto con ese árbol que es toda una mujer, y desde ahí empezarían a tomarse fotos de varios lugares de México y hasta de Estados Unidos. Por ello se le puso el nombre del árbol de la mujer. El árbol es un mulato, por eso la mujer se ve roja, ubicada en la r/a Reyes Hernández 1ra. sección.



¿Algún hecho importante que le gustaría mencionar que haya pasado entorno al árbol?



Puedo decir que los sucesos que pasan es solo que la gente que viene me pide permiso para tomarse la foto, yo les digo, sí adelante; les gusta mucho, la aprecian y se le quiere.



El árbol tiene una edad de 42 años, y como mencioné hace un momento es natural, nadie la formó.



Gustosamente manda saludos a todos los amigos de la ranchería Reyes Hernández (particularmente de la primera sección donde se encuentra el árbol de la mujer), a la ciudad de Tecolutilla, a Villa Aldama y a toda su gente, su pueblo que los aprecia mucho.

Aquí quiero agradecer al Maestro Orbelin Arias Estrada quien fue el contacto con Doña Nora.




Así terminó la entrevista, no sin antes tener el placer de ver de frente al Árbol de la mujer, ahora sí que me fui al monte, y ahí pude admirarla en todo su esplendor, un fenómeno natural, una osadía más de la naturaleza, un deleite y un recuerdo, que no fantasía, para recordar lo importante que son las damas en nuestra vida.

















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