REFLEXIONES AMORFAS DEL ADIOS DE CHAGO
Lic. Román Jiménez
Me he demorado en escribir lo que a continuación usted leerá, pues no
quería interponerme entre la relación franca; en ese idilio de amor entre dos
hombres, entre dos machos cabríos que por la cochina política pierden día a día
lo que los años logró darles.
También porque no quisiera se confundiera esto que escribo con un reclamo
airado hacia quienes intervienen en la siguiente cavilación, pues tomarlo así
sería un error, ya que si algo hemos aprendido en este tiempo que llevamos de
impresores de periódicos es que el periodismo se hace con la cabeza fria y
el corazón caliente, y que a su vez debemos estar siempre a la altura de las
circunstancias, aunque a veces las circunstancias se vean como muros
infranqueables y demasiado enormes.
Guardar odios, o rencores en estos momentos es una perdedera de vida, es despilfarrar días a lo bruto. Eso sí, el que bien aprende jamás olvida. Y aunque indudablemente a veces se me
suele ir la mano, en lo que escribo, debo decir a mi favor, que creo es por falta de experiencia, pues a pesar de
lo que se piense, me considero un cervatillo tímido, nervioso, asustadizo en lo
tupido de la maleza… Dicho lo anterior. A lo que te truje chencha…
“Digo adiós si acaso te quiero
todavía
Quizás no he de olvidarte... Pero te digo adiós
No sé si me quisiste... No sé si te quería
O tal vez nos quisimos demasiado los dos”.
Quizás no he de olvidarte... Pero te digo adiós
No sé si me quisiste... No sé si te quería
O tal vez nos quisimos demasiado los dos”.
Del amor al odio hay solo un
paso dicta cual profecía un dicho popular. Aunque me parece que en la política
la palabra amor solo coincide con el poder, ese alucinógeno que provoca y
trunca a las almas aparentemente más
limpias, más incorruptibles.
En la política no hay amigos, todo es visto bajo la óptica del interés, de
la traición, de la infamia, de la deslealtad. Esto obviamente hay quienes lo
aprendimos en carne propia, gracias a las “malas”, que más bien buenas
experiencias, que poco a poco nos hacen abrir los ojos y nos invita a no
doblegarnos ante falsos ídolos y profetas.
Por eso fanatizarse con un proyecto en estos días es ir contra el tiempo,
es vivir en la miseria de viejos y abusivos amos que tratan con la punta del
pie a sus mascotas, mientras le hacen fiesta a los canes del vecino.
Hace 4 años, me parece, o quizá 3, o 2 años atrás, la verdad ya ni me
acuerdo pues ya los perdoné, pero en esos ayeres, cuando este su servidor, que
suele meterse donde no lo llaman, escribía, como hasta hoy en contra de las
pifias de los políticos. Era crudamente recriminado, era duramente castigado,
por aquellos héroes o zalameros que se lanzaban al vacio por su candidato.
Y en aquellos entonces me era recurrente escribir de mi hoy amigo, hermano
y casi compadre Laurence Rodríguez, y he de recordar que todo el palacio
municipal estaba en contra de mis alucines de plural y de mi coqueteo con esa
objetividad que tanto presumen los periolistos.
En aquellos ayeres fallece mi querido y amado padre el decano del
periodismo, con quien anduve a todos lados, por distintos caminos, y de quien
se agarraron algunos que creía yo amigos, y de una manera perversa, insisto
algunos, de los que hoy se fueron de la corriente de Laurence, utilizaron ese
fallecimiento para tratar de causarme mella, causar dolor, agobio a una coraza
hecha de años en esto del periodismo, y que yo entendía y entiendo lo hacían
porque querían llegar, porque cuando hay hambre se doblega la razón, y muchas
veces hasta la moral y la ética, y conste que por algo lo digo y por algo los
entiendo, por algo yo los comprendo.
Cabe hacer mención que de la misma forma en aquellos tiempos, era alcalde
Alejandro Medina Custodio, a quien en esos días luego de pedirle 500 pesos para
comprar unas medicinas para mi padre quien estaba ya agonizando, negó el apoyo,
aunque después mi hermano, quien laboraba en la coordinación de comunicación
social del palacio municipal, imagino, luego de insistirle accedió al apoyo de
2,500 pesos que serían descontados de su quincena y pudimos con eso hacer lo
humanamente posible para tenerlo unos segundos más con vida.
Después la presión de que dejara el periódico porque incomodaba yo al
alcalde en esos entonces, y después porque escribía en contra de Laurence
Rodríguez, recuerdo Alejandro Medina utilizaba a mi hermano, y lo amenazaba que
si no salía yo del periódico, que por lo menos dejará de escribir en su contra, si no, salía él (mi hermano) de comunicación social. Y al final, quien
salió fue este su servidor, la oveja negra del cuento jijijiji.
Pero la vida, gran maestra, pone todo en su lugar. No hay nada que no
ordene y henos aquí en el presente, pasando lista de cada una de las peripecias
que vivimos por querer dárnoslas de periodistas.
Y antes de proseguir, debe quedar claro, que si escribo lo antes escrito,
es porque creo esto debe servirnos de ejemplo a todos, a quienes una vez fuimos
ciegos ante el buen trato de un aspirante, ante la dádiva amansadora de los
poderosos, pues son ellos los que nos necesitan, son ellos los que urgen de
tener gente a su alrededor, son ellos quienes para existir necesitan sentirse
parte del pueblo. Por lo mismo, creo es pertinente, dar un gran paso, y ser más
razón, que corazón, porque quienes suelen entregar alma, corazón y vida en la
política, son los que más golpes, amarguras, tristezas, decepciones, y golpes
bajos llevan.
La lealtad, esa palabra que tanto utilizan en los partidos políticos, ha
sido vejada por los mismos estadistas, la cual utilizan como si de ropa
interior se tratase, pero que es salvajemente exigida a su gente, a la
militancia, a los jóvenes, a las mujeres, a todos, aunque al final se olviden
con toda facilidad de sus promesas, de su gente, de su compromiso, de sus
discursos.
Hoy Santiago, mi amigo el gran escudero Chago Quevedo, el que lo dio todo
por Laurence, que agarró un amor apasionado por Rodríguez López, quien defendió
a cada momento el proyecto, se va, y cual murmullo, se escucha (tirando a ser
cursi): “te digo a dios y a caso te quiero todavía”.
Lo peor de este romance es que no
hay ganancia para los valientes, solo el reconocimiento de unos cuantos, y lo
más doloroso es que el finiquito que Santiago Quevedo esperaba por trabajar en
RODME la compañía de Laurence, no se le dio, no le fue reconocido su trabajo,
no fue justo mi hermano Lauro con él, y aunque Quevedo esperó, y pensó
absurdamente que su lider recapacitaria, no lo hiso y nunca lo hará, menos una persona
acostumbrada a no perder, acostumbrada al orgullo, al capricho del que todo lo tiene.
Es en este momento en donde debe
hablarse con prontitud, y antes que los cabos se desamarren. Obligarnos a ver
la realidad que nos pintan estas elecciones internas en los partidos y las que
vienen constitucionalmente. ¿Qué papel jugamos en esta democracia? ¿Qué somos
realmente? ¿Un objeto mercantil, o sufragios, o cambios, o una generación
harta, o el parte aguas hacia nuevos escenarios?
Nos es urgente ponernos de acuerdo, entrarle al debate de
ideas, no de imágenes y de partidos, entablar un fuerte dialogo con nosotros
mismos, con nuestra forma de ver la política, con nuestra forma de ser
militancia, de ser ciudadanos, de ser profesionistas, de ser parte de esta
generación.
El cansancio es general, pero aún así es necesario hablar de
política, es necesario inmiscuirnos y ser críticos en todo momento, sin dejar
de aplaudir lo que se haga bien y en beneficio de la sociedad. Pero ahora en
este pequeño momento en que parece los que simpatizan con diferentes aspirantes
tienen ciertos problemas o se sienten desplazados al interior de un proyecto,
es necesario sentar bases y dar un paso diferente, darse un poco más de
respeto, y exigir lealtad con lealtad, amor con amor.
Creo que agradecidos debieran estar, quienes salieron de
Laurence, pues les ha ayudado a abrir los ojos, salieron de la caverna y no
precisamente de Plantón, pero pueden reconstruirse, nada está perdido en la
vida, mientras nuestro corazón siga latiendo. Por eso es importante aprovechar
este sesgo que tiene la política en estos momentos e ir por una vertiente más
noble, más congruente, en donde quienes ganen o por lo menos que el triunfo
comience de los que menos tienen, para terminar en los opulentos.
¿Cómo lo lograremos? A veces con una minoría. A veces con
unos cuantos. Y creo no equivocarme, pero la batuta hoy día la traen las
mujeres, de lo cual en otro arrebato de analista, daré mis conclusiones.
Aún así mañana Santiago Quevedo, irá a conciliación y arbitraje para demandar a su amigo, a su
líder, a la cabeza del proyecto, al guía moral, al gran Laurence Rodríguez, que
se niega rotundamente a pagar ya olvidémonos el trabajo, y aunque se lea
como amor de la calle, por el cariño, por el respeto, por la lealtad que tuvo
en tiempo en forma Quevedo por él.
La moraleja mis estimados lectores, les pediría con mucha pena y sencillez telenovelera, que la sacaran ustedes mismos,
pues hay mucha tela de donde cortar en estas vicisitudes que ocurren en la gran
zona rosa llamada política y que es necesario reflexionar, pues a veces metemos las manos al fuego por un amor equivocado, pero sin lugar a dudas no hay mejor experiencia que el error, que el tropezar, que la vi-da. Pero no sé si voy bien o me regreso.