Ana Luisa

No sé qué tiene tu mirada Ana Luisa,
que cuando te miro, me miras...
Siempre serás la fiesta, de mis cosmos
dorados


Caminando por la vereda voy,
No siento temor al instante que estuve observándote,
teniéndote, conversando, como arboles
que se saludan por la tormenta, en épocas de Cervantes

Pero, sinceramente…
Tengo que confesarlo, mi corazón
rebosa de jolgorio nomas de
La húmeda noche oscura

Que será o va a ser de mi vida
Ana Luisa, sino resucitaré contigo,
tomados de nuestras manos

Regresa donde a las flores con el solsticio,
conduce al festival de la selva en el edén.
Regresa que en tu orilla lucirás,
no tienes de mí algo, un leve suspiro,
únicamente. 

No te adelantes primavera hermosa
espera que tome mi paso
para acompañarte, con ese
colorido que te aflora…

Oh,  no permitas cantar un solo momento,
la diosa de Campiñas de la luna!
¿Sureste, para qué me diste
las manos llenas de diamantes?

Ana Luisa, tú has de ser,
La que seque mis lluvias con tu pañuelo.
Perfumado, limpio y consagrado


Mía, todas las horas
del reloj de mi alma, por que a ti
te eligieron, las diosas del jardín encantado…

Por ti me volví poeta Ana Luisa,
Ana Luisa de mi encarnación.
Por ti me volví bosque, bosque donde el
el amor nunca nos abandona

Que se aleje este invierno penetrante,
pues me aleja de tu mano suave
Que se aleje esa suerte adversa,
 que no me deja oler tu fragancia suave

La fragancia suave, alojada en tu cuello alto,
nunca podré olvidarte, como colibri enamorado,
que no resiste el perfume intenso,
de las flores del edén maravillado

Soñando que camino en el cielo,
Sin dejar huellas que me sigan,
puedo distinguir la blancura de tu piel fresca,
que me sigue y no deja,
 a mi conciencia un momento en claro.




Pepe Jesus del Huerto

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