MIL "VELDA"...
Lic. Román Jiménez
García
A propósito de l día del Periodismo
Están confundidos y estaría en un
error si con lo que escribo me propusiera a que los lectores pensaran como yo,
sería vituperio decir que digo la verdad, es un absurdo, seria pecar no solo de
ingenuo, sería un charlatán, sería un egocentrismo desmedido, vulgar tanto como
el propósito de engañar o estafar a un pueblo, de creerlo ciego. Sería como
afanarme en un complejo mediocre en tiempos en donde la tecnología ha roto
barreras y ha derrumbado a más de un presuntuoso farsante.
Lo que este obrero de la libertad
de expresión busca es la verdad y a su vez algo menos osado, y más simple, que
no por ser simple deja de ser complicado. Pero creo que debemos ser más
inquietos como ciudadanos, debemos
procurar creer menos en la política y sin la intención de ser blasfemo más en
nosotros mismos, evitar fanatismos lastimeros, tanto en lo político como en los
religioso, tenemos como sociedad que ser más austeros con la confianza que
entregamos y quizá a lo mejor evitaremos tantas decepciones. Por lo tanto el
papel que uno desempeña bien o mal tiene el propósito sino es que utópico de
seguir los pasos de quienes han dado y siguen dando ejemplos grandes de
servicio, a los cuales sabemos de antemano no podremos igual, pero eso no nos
impide intentarlo.
Más en estos días en donde la comunicación
es más fluida y tiene mucho menos obstáculos, esto provoca que exista y se
promueva una sociedad participativa y crítica, por lo cual se tiene que estar a
la altura de la misma expectativa que se genera como una sociedad globalizada. Dicha libertad y expansión tecnología, no ha
sido inventada o creada solo por alguien particularmente, sino que ha sido
heredada, construida por quienes creyeron en una sociedad libre, sin barreras,
ni fronteras.
Por lo mismo nuestro afán al
cuestionamiento, a generar opinión, a buscar la responsabilidad de ser
autónomos, independientes, libres, auténticos por consiguiente responsables con
nuestro presente, todo esto en base a un trabajo edificante y ético, sin falsas
poses, sin la arrogancia del que todo lo sabe, aunque suene a etiqueta.
No se trata de ser o parecer
héroes, se trata de hacer algo con nuestras vidas, y ante tal reto cualquiera
tiene el libre albedrío de hacer lo que quiera, cada cabeza es un mundo, por
consiguiente todo va dependiendo del cristal con que se mira, pues la “verdad”
viene siendo relativa, todos la apreciamos de diferente manera, que más bien la
realidad porque en el caminar de diversas culturas podemos sacar como
conclusión que la verdad está en caminada hacia la creación y su creador o
dicho mejor nuestro creador.
Debo agregar que esto no
significa que cada quien haga lo que se le plazca en gana y conciba su “verdad”
y la practique, aunque así parezca y de cierta forma así es, hemos podido
comprobar en carne propia que se debe ser responsables con lo que se dice y
hace porque muchas veces lo que pareciera contundente, real, verdadero, suele
ser una partícula en un universo de posibilidades que pueden guiarnos a chispas,
vestigios de lucidez. Pero estos preciados frutos o diamantes del conocimiento
son a veces encontrados, descubiertos, por seres excepcionales o seres que no
tienen ninguna excepción y aunque existen quienes han sido asesinados por
defender sus posturas reales e irreales, nos dejan la enseñanza de que quien
busca encuentra y que la verdad aunque la mayoría esté en desacuerdo es una
verdad y no tiene muchas veces precisamente una humanamente razonable.
Por consiguiente si nosotros
somos parte activa de eso que con tanto ahínco llamamos y buscamos como verdad
debemos basarnos en el hecho que podemos tener errores afortunados y
desafortunados, elementales o no, conscientes e inconscientes, pero al fin
propios, los cuales nos hacen, nos forman como toda experiencia enriquecedora
de vida que se encamina más allá del
bien o del mal. Y que nos hace únicos, irrepetibles.
Pero no por eso nos hace ser
mejores, o en su caso poseedores del conocimiento absoluto y la sabiduría
universal, somos aprendices, somos curiosos por naturaleza, somos el vaso medio
lleno y medio vacío, estamos en constante movimiento, en constante aprendizaje,
constante cambio, nosotros mismos somos una aldea de personalidades luchando
diariamente y formando un carácter, una imagen, una historia, un mañana y
cuando hablo de un mañana empezamos a ver que a pesar de las guerras, a pesar
de los estragos que nos hacemos nosotros mismos como humanidad, comprendemos
que la unidad nos hace fuertes, que trascendemos, que sobrevivimos, que
progresamos, tiene diatribas o consecuencias negativas, es normal y hasta
pareciera necesario para seguir conociéndonos y perfeccionándonos y buscando la
verdad que nos hará libres.
De tal manera en este empeño que
requiere la búsqueda del progreso debe hacerse unidos, complementados y debe
existir como en toda ciudad que busca mejora, líderes, personajes que sirvan de
guía, que sepan dar seguimiento a la lucha de otras generaciones. Pero no deben
estar solos, ni excluirse, tampoco
dispersos, menos en este nuevo milenio tan revolucionado, en donde todos tienen
cabida, en donde las diferencias nos hacen más fuertes, mejores, nos hace
avanzas, y por obviedad las diferentes clases sociales tienen voz y voto, en
donde existe libertad de expresión y dicha libertad no tiene barreras visibles.
Obviamente el líder se
transforma, en un bien público, en el dominio público, y es donde creó a veces
cuesta mucho el dejar a un lado la vida de ciudadano a la vida que marca y
prescribe el poder. Al momento que ocurre este cambio, quien se dedica a la
política debe de saber que nunca convencerá a todos, que encontrará en su vida
y profesión personas que le finjan amistad y quienes posiblemente lo verán como
enemigo, pues en estas circunstancias se ganan enemigos gratuitamente, pero esto
no quiere decir que será el pelele de todo el mundo, más bien que su
responsabilidad y compromiso deben encaminarse hacia la sociedad y por el bien
de esta, y que a veces por más que exista una mayoría aferrada, sucumbirán ante
la misma verdad.
Por lo tanto, nosotros los medios
debiéramos ser el espejo que refleje a los líderes la realidad que ocurre en el
pueblo, dar voz a quienes no la tienen, sin dejar de ser críticos, el
cuestionamiento, los cuales generan opinión y forman un criterio definido.
Por lo mismo, lo que este humilde
pasante de periodista hace es opinar desde su trinchera a nivel campesino,
entre miles de puntos de vista, en donde existe de todo, clasificado y sin
clasificar. Utilizo las herramientas necesarias como todos pueden usarla, me apego
a nuestros artículos sexto y séptimo que por lucha de grandes e ilustres héroes
nos protegen y nos marcan pautas y nos ponen un justo limite, y escribo como
Dios me da a entender, entonces me aventuro, y aguanto macho, pues si al lector
no le gusta, o no ve mis argumentos sólidos, o interesante, tiene toda la
libertad de creer o no, de no leerme, y dejarme en el eterno limbo, pues si no
me leen no existo, si no hay comentarios, si no hay polémica, entonces dejé de
cumplir mi propósito, mi cometido.
Cabe aclarar amables lectores que
esto que escribo es mi forma de percibir lo que me gusta hacer, o como yo lo
llamo mi hobbie, puede no ser lo correcto, y quizá deba agregar que ni se
acerca un poco a la verdad, pero así lo siento, así cavilo, puedo decir con
certeza es mi estilo, pero si buscamos, que quienes nos mantienen arrullados
con el canto de las sirenas, nos den el país, el estado, el municipio, que poco
a poco se nos está escapando de las manos, porque poco a poco nos han dado en
adopción y a perpetuidad unos políticos enfermos de poder, que vestimos,
alimentamos y engordamos con el sudor de nuestra frente. Y quienes cada tres
años se dan baños de pueblo, pero que al llegar se olvidan hasta de que son
seres humanos y creo que para eso no se necesita ni ser muy sabio, ni muy
erudito, que les incomoda, claro si. Les tiene que incomodar, para eso es que
se escribe, la verdad no peca pero incomoda, sin embargo a quienes nos cuesta
ganar y a la vez perder, a quienes vivimos quizá con una comida al día, a quienes
tratamos de sortear las infamias políticas y los alucines de ciertos poderosos,
nos da gusto, nos llena de satisfacción que por lo menos unas cuantas veces al
año podamos hacer algo por cambiar esto, o por lo menos, sentirse en paz con
uno mismo, al decirles de frente, sin miedo, sus grandes deslealtades y tropelías (sus grandes pendejadas).