MI ABUELO JUAN, la historia de un enamorado...
Por: José Gpe. Peralta Romero
Siempre es un privilegio platicar con mi abuelo Juan Crisóstomo Romero López, afortunadamente a sus 93 años esta muy bien, nuestro tema: La vida social, económica y política de Comalcalco Tabasco a partir de los años veinte.
Sus primeros años de vida a lado de su madre Esther López Gamas, así como de sus dos abuelos maternos, señora (or) Melquíades Gamas Rueda y Juan Crisostomo López Martínez en el Centro Histórico de Comalcalco.
Como la revolución de 1910 hizo que su familia materna tuviera que cambiar su residencia de la ciudad de Cárdenas a Comalcalco Tabasco, debido a que los rebeldes mataron disparándole con un rifle, desde lo alto de un árbol entrando al rancho a su tío Camerino López Gamas. Perdiendo por este suceso y otras arbitrariedades su hacienda familiar de nombre “Santa Gertrudis”, no por algo la ciudad de Cárdenas Tabasco fue llamada a nivel nacional el laboratorio de la Revolución.
Como sobrevivió a la orfandad paterna, pues en el primer año de vida en 1919 perdió a su padre Casto Romero Pimienta, por una enfermedad que en la actualidad se cura fácilmente, suceso que afecto mucho a su abuelo paterno Vicente Romero de la Fuente; asimismo la muerte repentina de su hermano Manuel, sus recuerdos de cuando trabajo en la compañía petrolera Cerro Azul, eso fue allá por los años treinta, cuando aún no se llevaba a cabo la expropiación petrolera por el general Lázaro Cárdenas del Río.
Su incursión en el transporte público urbano y como en una infame maniobra orquestada por Don Gustavo de la Fuente Dorantes y el Gral. Gustavo Adolfo Ferrer Lutzow lo orillaron a vender su concesión, privándolo de ser uno de los hombres más acaudalados de Comalcalco. Pero no importa abuelo que te hayan empujado, te metieron el pie, te caíste, pero te levantaste, los que lo hicieron ya están dos metros bajo tierra y tu sigues parado como un gran árbol tropical, los árboles mueren de pie y estoy seguro que vas ha morir de pie,“como un gran árbol tropical,” como el árbol que en alguna ocasión tuvo en su imaginación el Poeta Tabasqueño Carlos Pellicer Camara.
Su amistad, convivencia y admiración que desde niño sostuvo con el libanés nacido en México Don Teofilo Cacep Hadd, como si estuviera obedeciendo a lo que en alguna ocasión expresara un extraordinario Presidente de la Republica: “el que no tenga un amigo libanés que lo busque”, y mi abuelo lo encontró. También tuvo una amistad muy estrecha con el tamaulipeco Rodolfo Miranda Román, pues a mi abuelo lo estimaba mucho por que el lo transportaba en sus guardias nocturnas del cobertizo a las baterías de separación de crudo en los campos Petroleros de Mecoacán, Castarrical, Bellota y Tintal, cuando Don Rodolfo no era líder petrolero todavía.
En la conversación que más hemos tardado ha sido en el comportamiento en el ejercicio del poder de cada uno de los Presidentes Municipales de Comalcalco, y los eventos tormentosos por varios asesinatos políticos, así como lo actos nobles que se han dado. Su incursión como volquetero y la fundación de la unión, su incursión como propietario de una panificadora en el centro, su paso por la administración pública como empleado Federal, el primer automóvil que transito en el pueblo, la inmensa ayuda que le proporciono un implacable Garridista para terminar un proyecto importante en su vida, fue su “Salvador,” También me platica cuando alguien visitaba a mi bisabuelo Rutilo Peralta Tejeda en su rancho la Candelaria en donde habitaba provisionalmente en una casa estilo vernácula, le decía a algunos de los visitantes: “si levantas ese costal lleno de monedas de oro te las regalo.” Por supuesto que nadie podía levantarlas, cuentan que gran parte del oro que poseía el Cacique se debía a que los revolucionarios se lo dejaban a guardar mientras regresaban de la guerra y como en algunas ocasiones los mataban ya nunca regresaban por el encargo. La Candelaria era una hacienda de cinco mil hectáreas, todo el actual ejido “Monterrey” pertenecía a las tierras del Cacique. Don Rutilo era un hábil Cacique ambicioso pero revolucionario de hueso colorado. Me platica también mi abuelo de las principales familias de Comalcalco y un sin fin de anécdotas, como por ejemplo del primer Graniel que llego a nuestro pueblo que era un ex-cocinero homosexual de nombre Eugenio Graniel que trabajaba en un barco francés. Y del primer Caraveo que se dedicaba al abigeato de nombre Manuel Caraveo.
También como en su niñez a la edad de 7 años al único párroco que atendía la parroquia San Isidro Labrador, le llevaba periódicamente en épocas de frío comida y chocolate caliente, ese religioso le regalo una cuchara de oro para que endulzara su café, cuando Comalcalco era prácticamente una villa aunque ya estaba fundada como ciudad. Me cuenta mi abuelo que en el trayecto de su casa a la iglesia tenia que caminar por una trilla angosta y cruzando muchos repastos con mucha mala hierba, así como siempre con el temor de que algún reptil venenoso lo picara, y su casa estaba en el segundo cuadro del parque, ya se puede uno imaginar que despoblado estaba Comalcalco en el año de 1924. Pero no duro mucho el encanto de la cuchara de oro, pues en una mudanza de una casa a otra la cuchara se salio de algunas de las cajas y se extravío en el monte. Quedando únicamente el recuerdo del agradecimiento de aquel religioso por la caridad de los alimentos que con mucho gusto le enviaba su mama Doña Esther López Gamas.
Mi bisabuela Esther fue una recia tabasqueña que vivió 103 años de edad en muy buenas condiciones y a parte que fue muy hermosa y muy trabajadora. Tuve el gusto de conocerla y convivir con ella, físicamente era de facciones finas, tenia una trenza pelirroja que le llegaba debajo de la cintura, nariz ancha pero perfilada, con los rasgos característicos de las chocas. No necesito marido para sacar adelante a su vástago, ósea a mi abuelo Juan.
También me cuenta mi abuelo lo difícil que era transportarse de Comalcalco a Villahermosa vía terrestre y cuantas horas se hacían. La mejor opción era viajar en avioneta; me dice también de sus conocimientos de plantas medicinales como la tinga que se usa para la diabetes, purgantes como el de aceite, ensalmos para el espanto y gastronomía típica, como la morcilla, queso de cabeza, pirí pollo, manea e.t.c.
Presencio tristemente de rodillas y casi con lagrimas en los ojos como los camisas rojas derrumbaron la iglesia de Comalcalco en la guerra cristera, propiciada por don Plutarco Elías Calles. La odisea que el mismo vivía cuando a caballo de su propiedad viajaba hasta Plaza de Armas en Villahermosa para visitar a su amada novia Raquel, y que hasta la fecha es su esposa fiel de toda la vida. El si vivió en “los otros tiempos” como escribiera en su libro el mejor político carismático y hábil del sureste mexicano. Me refiero al Lic. Francisco Peralta Burelo.
En fin platicar con mi abuelo es remontarse al Tabasco de nuestro pasado reciente. No cualquiera tiene esa dicha de tener a su abuelo sano. Gracias abuelo por seguirme abrazando con tus invaluables recuerdos. ¡Te amo abuelito Juan! gracias por entregarlo todo sin pedir nada a cambio y como testimonio de gratitud al cariño y apoyo que desde siempre me brindaste, te escribo estas líneas, tratando de deleitarte con mis palabras, más bien mecer y arrullar tu corazón, tu alma para que te sigan dando ganas de seguir viviendo, de seguir haciendo vibrar tu corazoncito y pases los 100 años como mi bisabuela Esther, también regresarte y reconstruir un poquito tu pasado. Se que seguirás cabalgando en tu caballo por toda la Chontalpa hasta la antigua San Juan Bautista… Estoy seguro que volverás a cruzar el río seco al nado otra vez en tu caballo rociíllo, tu nombre ya quedo guardado en el archivo histórico del gobierno del estado, por que tu vida es la historia de Tabasco, también por ser uno de sus hijos más buenos, intachable, en toda la extensión de la palabra.
Todavía en estos últimos días del 2011 tomando café y escuchando al Jinete de la Pradera, más o menos como a las 5 de la mañana, antes de irme al rancho, mi abuelo me dice con mucha elocuencia: “Yaya si te quiere Pepito”…-- y yo le contesto--: ¡Voy a seguir picando abuelo!… --¡Así como dice el Ing. Ulloa…! Cuando se pueda continuaré con esta historia, se fue la señal de Internet y hay mucha marejada; pues ando en alta mar ganándome la chuleta como dice Don Roberto. Quien iba a pensar que 100 años después de aquella epopeya de mi Tatarabuelo Policarpo Valenzuela Yeda, que a parte de ser un prominente ganadero, empresario naviero y gobernador de Tabasco en varias ocasiones, también le encantaba navegar en sus ocho embarcaciones agresivamente por ríos, lagunas y mares, trabajando con el implacable comercio maderero de “los otros tiempos”, ahora actualmente yo su erudito tataranietito ando igual que el, pero como empleado de una empresa en alta mar, disfrutando como magnate de la belleza del azul turquesa del golfo de México, viendo romancear delfines, tortugas, ballenas, tiburones y por supuesto Plataformas Petroleras. ¡Bueno!, ahora si me despido por que ya es muy noche. Good bye… alta mar, 27 de diciembre de 2011...