Alejandro Medina Custodio diagnósticos adelantados


Lic. Román Jiménez García

A mi hermano y amigo... Alejandro Medina Custodio, donde quiera que estés sigo esperando vuelvas...

Buscar la alcaldía de Comalcalco, con tanto ahínco, con tanta vehemencia, para venir acabar como hoy se percibe el triste y paupérrimo trienio de Alejandro. Un Alejandro deslucido. Sin amigos. Con una soledad que se le percibe a distancias, a kilómetros.

Con una mirada esquiva que solo presagia inquietantes noches en vela de preocupaciones profundas que a lo mejor como pena, son sus cadenas que llevará por no ser fiel, leal, y cabal consigo mismo, con su gente y con su pueblo.

Hasta parece una pesadilla. Ya que según gente cercana, todos los días quisiera volver atrás y hacer las cosas bien, y llega a tal grado que después de darle vuelta y vuelta a los laberintos que tiene el poder, cae sobre su misma realidad, y recapitula viejos pensamientos, que al final del trienio aparecen a los alcaldes como sombras fantasmagóricas de mal augurio.

¿Por qué la gente es así? ¿Por qué me odian? ¿Por qué no entienden? ¿Por qué nadie ve la verdad de las cosas? Preguntas que desde la postura en que está y donde se encuentra aún, no podrá contestar, quizá, luego de terminar su trienio, con el transcurso del tiempo la respuesta llegará sola, sin invitación, naturalmente.

Sus cercanos, que de paleros, se han convertido en esclavos de una persona voluble, nerviosa, tan llena de ira y tan despiadada a la hora de ordenar, de llamar la atención, hoy prefieren agachar la cabeza al verlo, buscan las esquinas, intentan pasar desapercibidos, se tropiezan, y sucumben ante la maldita necesidad que tanto sigue dañando a quienes tienen hogar, familia y deudas, aunque esta última es nada ante la magnitud de la supervivencia familiar.

 Desde hace 3 años, “Alejandro” ha dejado de ser “Alejandro Medina”, el joven luchón, entregado a la militancia, preocupado por la necesidad de quienes estaban en el partido, inquieto, activo, con la característica y el carácter de los que vienen de abajo, de la cultura del esfuerzo. Con un orgullo especial, con acciones que dejaban ver su semblante, siempre leal, siempre amigo, siempre justo, siempre pegado al pueblo. Siempre gestionando a favor y nunca en contra.

Por lo mismo se esperaba mucho más, se creía que sus dotes de político joven, y quizá experimentado, podrían hacer que los jodidos, los olvidados, los marginados, tuvieran una oportunidad, una esperanza para cambiar no solo las cosas en el partido, sino también en el municipio.

La decepción llegó con el menos esperado, y aunque pocos son los que se atreven a pedirle algo, pues ya no da ni la hora, jajaja, sus facciones, sus ademanes, hablan más que mil palabras, y la gente le huye, lo ven y ni lo saludan.

Pero realmente Alejandro es temeroso, también inseguro, no entiende de palabras, porque ha desconfiado de todo y de todos, siente que sus amigos le han fallado, cree que el gobernador, el sistema, el PRI, han conspirado y lo han vendido, y lo tienen señalado, a punto de irse al tambo (cárcel), pues la política, y más la derrota, no perdonan, puedes fallarle a la gente, pero no a la gente equivocada. ¿Paranoico?, quizá, pero no tonto, no confiado, nunca más. “Es mejor que me tengan miedo, que respeto”… Y vuelve el monstruito poderoso, el alcalde, el “todologo” a quien solo le quedan 3 o 4 meses y quizá menos en el poder.

¿Qué agonía? Sí. Pero si todo sale bien, estará gozando, irá a Europa, visitará lugares que nunca pensó existieran, y disfrutará la cosecha de su siembra, pero el dinero se acaba, y el poder también. “Y señor periodista querrá venir a pedirnos el voto, va a querer volver a jugar y entonces las cosas serán diferentes, pues por mucho dinero que logre tener, ha perdido todo, y quedó más pobre de cuando entró, pero de eso el tiempo lo dirá”.


CONTINUARA...
PRIMERA DE DOS PARTES...

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