Éxodo a Morena


Ante la majestuosidad de un río embravecido que con fiereza ahoga todo a su paso, se precipitan manadas polvorientas de antílopes, búfalos, hienas, elefantes, tigres, leones, conejos, cebras, infinidad de sapos y demás animalitos del creador, como si se tratase de una veloz flecha cortando un hilo de agua.


Huyen del invierno, del hambre, de la miseria, del holocausto que empieza a llegar como una parvada de pijijes. Unos buscan pastura fresca, otros la carne, unos más, mosquitos, chinches, o de perdido una pequeña luz titilante.


Visto bajo la lógica que nos brinda la naturaleza, es increíble el observar que la prioridad de dichos seres vivos es llegar al otro lado, como la gallina que cruzó la calle. Lo más asombroso en este arrojo de la vida un tanto salvaje, es la pasividad de los carnívoros y la relajación de los herbívoros.


El río los traga, los engulle y los zarandea con enloquecidos remolinos. Pero nada detiene el éxodo. Nada intimida a estos “animalillos” del antiguo y nuevo mundo, y se precipitan a la vida, de una manera instintiva, sin la querella de lo bueno o lo malo, sin el debate de lo ético o lo moral.


“DICEN QUE EL HAMBRE ES CANIJA PERO MÁS EL QUE LA AGUANTE”. Filosofan los Tigres esperando su turno para zambullirse al río.


He de decir que esta amnistía entre estos animalitos del Señor nunca antes se había vivido. Bueno sí, ya se vivió una vez, cuando a Noé, a quien tildaban y decían loco, no lo digo por ofender, pues según el relato bíblico así lo veían. Luego cuando sus críticos, sintieron el agua al cuello, vieron que de loco no tenía nada.


Pero cuando Noé hubo una amnistía animal que duró más o menos 40 días, pues el mundo había sido inundado, cabe decir, por culpa de los pecadores, sí, esa vez, pagamos justos por pecadores. Que si usted me lo permite he de decir que nuestro Creador por más que trata de aniquilar a los desobedientes y mal portados, vaya usted a saber cómo le hacen y se vuelve a plagar la tierra de estos diantres, que siendo sinceros, son nocivos para la salud pública y espiritual, y que históricamente para nuestro mal, crecen y se multiplican como el mismito mal monte.


Habrá quien diga que es culpa del canijo Chamuco, pero luego de generaciones, tras generaciones aniquiladas y vueltas a formatear, pienso luego existo, sin querer parecer un pedante blasfemo, que puede ser o un virus, por consiguiente se urgiría de un buen antivirus, o en su caso un detallito en la bendita tarjeta madre (o padre). ¡Pero qué puedo saber yo de estos menesteres que ni entiendo!


Por lo pronto a dos meses del triunfo electoral de Obrador y Morena, nadie ataca a nadie, existe una amnistía, una reconciliación, y todos se apresuran a pasar a esos terrenos fértiles del otro lado del río.


Cabe hacer notar que en ambos lados, en la tierra que muere, y en la que empieza la vida, es notorio y gracioso a la vez, el observar unos changuitos que se menean entre las ramas de los árboles, escandalosos, furiosos, chillones.


Los changuitos en apariencias se quedan a pasar el duro invierno, como los que están del otro lado, en la naciente primavera, lanzan piedras a los que se van, y los otros, a los que llegan. Son los más territoriales los que piensan que por estar en la copa de los árboles, tienen la visión de las águilas y no es así.


La emigración a Morena desde hace mucho se está dando, guste o desagrade, y seguirá, pues del mismo depende el continuismo del gobierno de la esperanza, ese gobierno primaveral que traerá el cielo a la tierra. En fin allá nos vemos ¿o no?... Aunque no sé si voy bien o me regreso.

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