SE LES ACABA EL TIEMPO A LOS CANDIDATOS DE MORENA EN COMALCALCO



Se les acaba el tiempo amigos míos, se les acaba…

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El peor enemigo de los candidatos morenistas en Comalcalco, en estos momentos, es el tiempo. Lo que no pudieron defender con el trabajo, y con la sensatez de un gobierno incluyente, no podrán hacerlo a menos de un mes, de que los comalcalquenses vayamos a las urnas este primero de julio.


La pandilla que formuló Javier May para contender en estas elecciones, para tratar de preservar el poder, para tratar de ocultar sus desmanes y cochinadas, sigue sepultada entre la zozobra, entre el hartazgo de la ciudadanía, que de vez en vez se los espeta de frente, y otras en silencio.


Nada les ha salido como estaba planeado a los morenistas de Comalcalco, incluso sus viejas pillerías, sus viejas argucias les salen contraproducentes. Su única salvación, en esta campaña fallida, vuelve a ser Andrés Manuel López Obrador, lo saben todos, también quienes laboran en palacio municipal, que son obligados a caminar a favor de la señora Lorena y que no quieren saber nada con MORENA.


Lo saben todos en Tabasco, incluso así se los hizo ver el ex dirigente del PRD Roberto Romero, quien de manera abierta señaló que los candidatos de MORENA quieren llegar de a muertito y sin hacer nada, por el efecto paisanaje.


Con prontitud aquel jalón de oreja lo resintieron quienes no han hecho nada por el pueblo, en esencia Lorenita Méndez, quien en automático se puso el saco y dijo no estar echada en la hamaca y en espera que el efecto Obrador le haga ganar el próximo primero de julio.


Pero aunque digan, lo que digan, la verdad es que sin Obrador, dichos candidatitos hechizos, no dieran la batalla que por momentos aparentan dar.


La Pandilla que representa los candidatos morenistas es gente acostumbrada a vivir de la imagen de Andrés Manuel López Obrador. Por ellos mismos no brillan, no ganan, no progresan, ni tampoco avanzan. Son unos ninis en toda la extensión de la palabra.


Vienen siendo la rémora que acompaña a la ballenita de los millones, a veces estorbosas, a veces necesarias, a veces inexistentes; una aleta, una escama más, que se camufla muy bien con el color del agigantado pez al que siguen y del cual viven a sus anchas.


Lorena, como May, como el propio Adán, aunque lo nieguen, son eso precisamente, las remoritas, los pececillos que siguen engordando, saludables, relucientes, que navegan pegaditos a un Andrés Manuel de nado lento y que de tanto en tanto les mira, o de manera accidental les pega un coletazo, pero no les mata.


Obvio, ante la elección que viene por delante, se sienten valientes, confiados, y se tienden con bravura a lo proceloso de un mar embravecido. Quien no los conoce, pensaría que son héroes valerosos, que brillan con luz propia, que doblegan hasta el mismo destino.


Sin embargo, quienes ya conocemos sus antecedentes, quienes ya hemos padecido en carne viva las corruptelas, las pillerías, sus infamias, sabemos reconocer la demagogia que guardan sus palabras, el temor que les infunde la verdad, la avaricia que les hace arremeter como si fueran gigantes, y el miedo que destilan cuando se les descubre o cuando no tienen a su pejejito Obrador cerca.


Llevan viviendo toda una vida de la política, y es increíble que el candidato a la senaduría Javier May, siga sin prepararse, siga sin una profesión que avale una candidatura tan importante en estos tiempos, como la de senador.


Llevan viviendo de la política casi toda una vida, criticando a aquellos partidos que siguen imponiendo a sus compadres, a sus amantes, a sus primos, sobrinos etcétera,  y sin el mayor escrúpulo coloca o colocó Javier May a su amasia de candidata a alcalde.



Llevan viviendo de la política toda una vida, y aún no han podido actuar como predican, ni han llegado a ser esa quinta maravilla del mundo que tanto mencionan de manera airada. ¿Por qué? Porque es su modus vivendi, porque aprendieron mal la labor de servicio, porque es su misma naturaleza, porque no pueden ir contra natura, pues como dijera el Chapulín, hay ocasiones que la mona, como la rémora, aunque se vista de seda, del corredor no pasa. Seguiremos informando. Aunque no lo sé, puede ser, a lo mejor, quién sabe, tal vez.

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