EL BAILE SEDUCTOR DE MI DIPUTADA NEYDITA GARCÍA
Ver bailar a la diputada Neydita García en el festejo de Grappin en Comalcalco, a muchos ha dejado con la boca abierta, a algunos asustó, otros lo vieron como algo normal, sin mayor trascendencia, pero de que fue el comentario del momento en Facebook, lo fue.
A mí me llama mucho la atención, que
Neydita García a menos de mes y medio de que deje de ser diputada local, haya bajado
de la nube voladora en la que andaba. Ya que debido a lo estresante de su cargo
y de su responsabilidad, ojo, su
responsabilidad, no con el pueblo, sino con el gobernador, ella se transformó
en una figura fría, gris, demasiado desconfiada, y completamente introvertida.
Su cargo, la posición que ocupaba
le estaba quitando lo esencial en su vida y era a ella misma. Pero de hace menos
de un mes a la fecha, volvió a ser la que era antes, la misma Neyda Beatriz que
buscaba ser sencilla, humilde, y estar a un lado de la gente.
Es como si se hubiese quitado un yunque
de encima, es como si hubiese vuelto a la vida, como sí hubiese dejado un
tormento en el pasado, y aunque ya está por finiquitar su diputación, en cierto
modo, si busca aspirar, deberá hacer algo más que el baile de la fertilidad que
se aventó en la fiesta del patriarca Crispin.
De manera personal he de decir
que a mí me gusta ver a la diputada Neydita García, contenta, bailadora, feliz,
sin inhibiciones, desbordante de alegría y sin complejo alguno. Me es grato ver
una mujer haciendo añicos los estereotipos que sobre ella pudiesen existir y
aunque la mugrosa sociedad rápidamente la vestirá con nuevos juicios y
prejuicios, indudablemente es sumamente sano ver que empieza a desposeer su
cuerpo, su espíritu, su alma, del actual sistema “Núñizta” decadente que impera
y lacera a nuestro estado.
Por lo mismo dicho frenesí, que
de ella sale espontáneamente es saludable para esta dama política; y el cuerpo
que es un sinfín de sentimientos opuestos y encontrados, al final es obediente
y sabio como el que más y libre al fin se deja guiar por la música pegajosa y
seductora de “se me perdió la cadenita, Carmen…”
Pero es el personaje principal de
esta notita insignificante, la que por momentos se pierde, que se vuelve más
ella, y menos PRD, menos Arturo Núñez, menos Grappin, menos diputada, menos
poder, menos comparsa, menos institución y más gente, común y corriente, del
pueblo, de donde creemos por momentos piensa, nunca debió haberse alejado.
Ese día la diputada Neydita
estaba excelente para pedirle un peso, un 50, 5 mil, 10 mil, lo soltaba, pues
las cosas materiales pasaban a ser dentro de las prioridades, la menos
importante, pero dicen a mí no me lo crean porque no me gusta el chisme, al
caer la noche, allá en su casa, soltó unas cuantas lágrimas, y esperó la mañana
siguiente, y el fin de la pesadilla que se volvió ser guardiana de un
gobernador que por más que se quiera defender no hay por dónde.
Bien por Neydita, y sus épicos
cadereos, que hasta cuando cierro mis ojitos pispiretos, los veo. Aunque no sé si voy bien o me regreso.