Me volví a enamorar de MAYTE

Lic. Román Jiménez

He de deciros que ya mi estimada diputada plurinominal del PRI y hoy candidata del PVEM por el cuarto distrito federal Mayté Dagdug Lutzow ya me empezó a gustar, e imagino amable lector y lectora que usted ha de pensar que soy el típico periolisto lambiscón que anda buscando qué le dan o en su caso un enfermo mental que anda pensando puras cochinadas. Pero siento esta vez decepcionaros. Ya que mi intención es otra…

Así como usted lo lee. Pues quiero en estos trazos de escribor exponer y realzar la figura de esa bella mujer, de esa afrodita, adonis de la política tabasqueña Mayté Dadgud. Es más esto que hoy escribo cual poeta enamorado, lo hago a manera de reconocimiento, a ese gran monumento de mujer que hoy ha cambiado no solo de partido, sino también de lock.

Una fémina que luego de salir del Revolucionario Intestinal, cambió de imagen, se hizo cirugía dicen una que otra fémina envidiosa del PRI, más lo cierto es que encontró la fuente de la juventud en esa estepa verde en la que hoy deambula y  rejuveneció, hasta su pelo mal planchado, y empastado se tornó ondulado, pero no cualquier ondulado ofensivo o maltrecho, sino que un ondulado coqueto, inspirador, caprichoso, natural, tan natural como las olas del mal, digo mar.

Esto de ondularse un poco su pelo espinoso, creemos cambio al igual su mirada… ¡Oh su mirada! No es aquella mirada acusadora, retadora, justiciera, fiera, penetrante, apabullante, filosa, diáfana, rabiosa, nop ya nop, ahora su mirada es tierna, cristalina, inofensiva, amorosa, de paz, ya casi de divinidad, de mujer jamás descifrada, jamás besada, jamás conquistada, jamás, jamás, jamás.

Es en toda la expresión de la palabra una mujer redimida, una dama que ha dejado atrás el maldito estupor machista del PRI, y ha dado un paso decidido a reencontrarse, a saberse viva, fragante, hermosa, diva, pues allá en ese partido el de los tres colores, podíamos decir venía siendo la cenicienta del cuento, limpiando, fregando una y otra vez las cochinadas de Erubiel y demás pandilla, que a manera de madrastra la traían pal PRD. Sin embargo Pico Madrazo el hado madrino  con un movimiento de varita le dio lo que en el RIP le quitaron una diputación federal.

Tan bien le ha sentado el cambio al PVEM que debemos decir que su tez rojiza, casi pelirroja, cambió repentinamente a un cutis blanco, suave, divino, limpio, natural parecido al de Michael Jackson, y sus mejillas de adolescente precoz, sutilmente rozadas, pensamos ruborizada por su verdadera belleza o porque alguna travesura pensó en ese mismo instante en que la cámara hizo click al tomar la fotoo.

¡¡OoooH Mayté!! Desde cuando te hubieses cambiado al PVEM, desde cuando hubieses mandado al carajo ese partido donde te estabas oxidando, amargando, y arruinando en vida, ¡¡Oooh Mayté!! Cuanta belleza guardabas dentro de ti, cuantas ganas de vivir, de reír, de cautivar con tu mirada, con tu hermoso rostro, con tu cabellera de Diosa Griega, y ese hermoso cuello, largo, delgado, y que hoy luces con total libertad.

Nunca la política me gustó más que este preciso momento en que te vi, nunca la política fue tan real más que ahora con tu imagen, con tu sonrisa, esa sonrisa que en tu rostro se marcaba como un vestigio de un algo que había o que no existió, cuestiones inexplicables que hoy tienen sentido.

¡Oooooh Mayté! Tú mereces ganar la elección de este distrito 04, porque aunque los incrédulos, siempre inauditos piensen y aseveren que fue el photoshop que te puso tan hermosa, y otros más alucinen que es el Asesor de Imagen de Rosalinda, lo cierto es que por lo menos a mí, a este “lambriego” del periodismo me has convencido, y me tienes anonadado y a tus pies.

En definitiva, el cambio a Mayté Dagdug le hizo bien, y aunque en la vida real no se ve como en las películas, lo cierto es que por lo menos en las fotos se ve rechula de bonita, y da confianza, y hasta ganas dan de votar por ella, y quizá siendo más arriesgado hasta de cambiarse de partido, y dejar a un lado ese dicho que ya hasta mal me cae del león no es como lo pintan. Jiar, jiar, jiar, je, je, je, ja, ja, ji, ji, jo, jo, ju, jiar, jiar, hasta me rio con mi boca. Aunque no sé si voy bien o ya me volví a enamorar.  

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