Historias anónimas de Comalcalco


Luis Enrique Cruz Hernández
 
Siguen surgiendo las historias de antaño de mi Comalcalco querido, algunas son alegres, algunas son trágicas y algunas hasta indecentes, pero la que quiero contarles hoy es de un tema de moda.

Hace algunas décadas cierto hombre adinerado de muy pesado carácter acostumbraba visitar los bares y “centros de reunión”, para ir a tomar unos tragos y pasarla con los amigos, era de su deleite bromear con ellos, pero también acostumbraba a pasarse de listo con los trabajadores de los locales y con algunas otras personas quien sin deberlas o temerlas caían en sus bromas pesadas, insultos y a veces hasta humillaciones, pero había una persona a quien más molestaba, una persona humilde que de bolero trabajaba, le ponía mil y un sobrenombres; “chaparro” “negro” “sucio”, “muerto de hambre”, le hacia lo que quería escudado en su dinero y su buen nombre. Ya lo dicen las leyes físicas: a toda acción corresponde una reacción, pero para aquellos años las reacciones de nuestro buen amigo bolero solo se limitaban a dos cosas; agachar la cabeza y soportar los malos tratos para poder seguir boleando los zapatos a los clientes o salirse del lugar perdiendo algunos pesos para poder alimentarse.

Los años fueron pasando y cierto mediodía de un mes de diciembre, al buscar su primer cliente para dar grasa a sus zapatos, se encontró el bolero con su peor pesadilla y recibiendo tres o cuatro insultos antes de terminar de pasar la puerta de aquel local, que algunos dicen que fue en la botica, algunos otros que fue en una cantina, el bolero dio media vuelta sin decir una palabra, pasaron algunas horas hasta que a la vuelta de aquel establecimiento se escucharon varios estruendos, al salir los curiosos a ver lo ocurrido, lo que vieron los dejo asombrados, en la calle yacía un hombre muerto  de certeros disparos, la carga completa de la pistola le arranco la vida a ese hombre quien por tantos años había humillado a tanta gente. Aún más sorprendente es lo que a continuación les digo, el asesino no huyo, o dijo palabra alguna a quienes estaban presentes, dio un gran suspiro, camino algunos pasos, su mirada lucia perdida y ausente, a lo lejos el sonido de las sirenas provocaba entre los testigos la sensación de desespero al no ver ninguna reacción del homicida, se sentó a unos metros a esperar su captura, al llegar los policías, el tirador explico sin dar detallesy fue detenido. Lo que es el destino nuestro amigo pasó de bolero a asesino.

Según lo que me han contado por mucho tiempo hubo discusiones y alegatos a causa de estos hechos y yo concluyo que todo es acertado, dicen que algunos murmuraban por las calles que “el valiente vive hasta que el cobarde quiere” y que la respuesta a eso era lo siguiente: la muerte no es merecida por la mano de otro hombre, que solo dios decide a quien quitarle la vida.

Yo solo concluyo: A toda acción corresponde una reacción.

Di no al bullying o lo que es lo mismo al abuso, que aunque esté de moda no es nuevo, ni en nuestro Comalcalco querido.
 
 

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