Más allá de los Medinistas descarreados
Lic. Román Jiménez García
Hace ya 4 semanas más o menos que
inquietantes personajes de la vida pública, social, cultural, y periodística,
me vienen insinuando la absurda posición de quienes estando en la
administración medinista, el día de hoy se han convertido, sin el menor recato,
en supuestos “críticos voraces y arrogantes” de la actual administración, en
reporteros y pseudo periodistas que poseen la verdad de las verdades, pues
suponen que tienen la calidad moral de hacerlo, pero sin embargo se dejan
ver como lambiscones, oportunistas que
creen que la gente no recuerda sus fechorías y su sometimiento al Medinismo.
Hasta ahí lo rescatable sobre lo que me han informado… Seguir más allá no es
saludable, es estéril…
Ahora mi forma de ver las cosas,
es que en la política, como en los partidos, existen diversas maneras de pensar
que se incluyen en un “ideal partidista”, y es donde encontramos a diferentes
estilos de asumir su responsabilidad ciudadana (primero) y después partidista,
sin embargo en la actualidad, desde la misma llegada de Alejandro Medina
Custodio, se dio el surgimiento de una camada de muchachos, y aprendices de una
polaca diferente, cuadros nuevos, que intentaron hacer las cosas de una manera
“única”, “incomparables”, “excelsa”, pero no pudieron.
Esto, junto con la arrogancia,
fanfarronería e ignorancia del propio alcalde, provocaron un desborde político
al populismo, al absurdo, a la ofensiva, a creer que la política o su política
era la mejor, más fresca, dinámica, profesional, y fructuosa, pues tenían de
cierta manera el respaldo del ex presidente Alejandro Medina y su larga “experiencia
profesional”, que puesta en práctica era un fiasco.
Así llegaron a las elecciones
internas, continuaron en la constitucional, y en todo el camino, no se pararon
a pensar más que en su futuro inmediato, siempre ofensivos, siempre
arremetiendo, peleando espacios, obstruyendo todo y a todos, cabe hacer mención
que igual detrás de este remolino de ambiciones, existían quienes guardaban
silencio, quienes nunca dijeron nada, quienes con miedo, preferían bajar la
cabeza y ocultar información, y ser parte de las tropelías Medinistas.
Y ya en la actualidad, podemos
decir que les asiste la razón y el derecho, constitucionalmente, para
expresarse de la manera que quieran, pues la libertad de expresión es un
garante que respalda a todo individuo dentro de nuestro país.
De tal manera en estas luchas
internas, para elegir candidato al PRI estatal, dichos parásitos todavía viven
y buscan seguir los alucines, pues con Alejandro Medina posiblemente quedaron
enquistados en la medula del PRI, pero ya su poder económico, el respaldo
económico, ya no es el mismo, y hablo de economía porque la gente sobre todo en
el PRI tonta, tonta no es, ahora todo tiene un precio, y con justa razón máxime
cuando se han zurrado en la militancia una y otra vez, por eso solo menean la
cabeza como toloques, pero a la hora de la hora las cosas no suelen salir como
se planean.
Por lo mismo a todos esos que no pueden dormir
porque ven a infames escribir sobre la infamia jejejeje, no se preocupen, no se
acongojen, no se depriman, no hay mal que dure 100 años jajajaja, y lo más
importante es que sus golpes, o patadas, son de ahogado pues sus días
posiblemente están contados, saben que es una de sus últimas oportunidades, y
tienen que verse machos, aunque hace tres años fueron unos totales cobardes y
vende patrias, pero bueno es parte de este mundo tan hermoso que vivimos.
Por otro lado a los periodistas
debe preocuparles algo, o nos debe preocupar, no el absurdo expuesto arriba,
sino más bien la falta de compromiso con la sociedad, creo ahí es donde se debe
llevar el debate y la pugna en estos momentos, pues los espacios tan enormes
que no hemos podido llenar, la manera tan vil de informar, y nuestro
comportamiento ante temas relevantes que acongoja a nuestro entorno.
De cierta manera hemos dejado de
hacer nuestra chamba, hemos preferido seguir al político que hacer un
periodismo pegado al pueblo, que siendo sinceros si nos sumergiéramos a un
periodismo de calidad, si nos propusiéramos buscar soluciones que vayan acorde con
la demanda de la gente, obtendríamos como resultado el volver a mirar al
pueblo, a los marginados, a los oprimidos, a los pobres.
Todavía hoy existen personas, que creen que
ofendiendo, que tomando fotos a la intimidad, que golpeando (como se maneja en
ocasiones por algunos malos periodistas) o que haciéndose el valiente, es ser
periodista o reportero, cuando esta profesión tiene libertades y restricciones
sustentadas todas por nuestra constitución.
Pero la culpa de esto, no son
esas personas aficionadas al periodismo, somos los mismos periodistas que hemos
dejado que las apariencias hablen por nosotros mismos, que hemos cedido a lo
que tanto criticamos a veces en los políticos, a la adulación, a creernos,
casi, casi unos gánster del periodismo, cuando en verdad quien se dedica a esta
profesión, pero de verdad, no de mentiritas, padecen y en mucho los golpes no
solo de la vida, sino también del poderoso.
Por si fuera poco nos hemos
vuelto prudentes, cautelosos, para no dañar o incomodar a los políticos, a los
corruptos, o al poderoso que está haciendo mal las cosas, hemos cedido ante
nuestra necesidad, y nos vemos indefensos, endebles, ante una corriente
política que en estos momentos se encuentra en el poder y que está asegurando
su permanencia, en base al sometimiento de los medios.
Pero esto nos recuerda dice el
periodista Manuel Buendía: “que es el periodismo un campo de selección para los
mejores. Así ha sido siempre, así es ahora. Se nos enseña que para nosotros,
tenemos que en la selva impera la ley del más fuerte. También en el periodismo
sobreviven los más capaces. Una capacidad que, por desgracia para nosotros, tenemos
que demostrar todos los días. Los médicos entierran sus errores; nosotros
publicamos los nuestros. A veces es suficiente una falla para perder nombre,
para deslavar el escaso prestigio tan penosamente conseguido y para que se nos
vaya la clientela”.
“Así de exigente, repito, así de
terrible es el desafío cotidiano del periodismo. Quien no lo entienda de ese
modo, no sabe lo que es esta profesión”.
Es por consecuencia importantísimo
que recuperemos la cordura, que como periodistas, dejemos la mediocridad y
empecemos a hacer nuestra labor, antes que la estupidez nos gobierne. “Acostumbro
repetir que los tres males del periodismo mexicano son la impunidad, la
solemnidad y la mediocridad”, Manuel Buendía.