La Vocación de la Docencia
Ser docente es una labor que requiere tiempo, paciencia y vocación, más allá de los intereses personales siempre se antepone el bienestar del alumno como centro de nuestro trabajo; parte de su formación recae en nuestras manos puesto que en gran número de ocasiones somos actores fundamentales en su proceso de vida. Condiciones familiares, económicas y sociales que acontecen su día a día conllevan a que el alumno busque como figura afectiva a aquella persona que presta atención a sus necesidades... o por lo menos a una pequeña parte de estas…
Nuestro sistema educativo al ser “centrado en el alumno” –que en la práctica no lo es- gira toda la atención a estos concediendo derechos y atribuciones, que si bien no son algo negativo, sobrepasan lo que por norma social se considera aceptable… es ineludible que como docentes y seres humanos, entendemos que la integridad e identidad del alumno son fundamentales para su desarrollo, pero dentro de esta las condiciones éticas que inician al socializar con los demás son o deberían ser algo básico en nuestras interacciones diarias, por lo que la reciprocidad de esto es lo mínimo esperado por todas las partes que se involucran dentro de proceso educativo.
En el momento histórico, social y cultural que vivimos, el docente como figura clave en la sociedad ha perdido su status (habrán algunas personas que dirán lo contrario) a partir de reformas sociales e ideológicas que además apuntalan cambios estructurales desde la visión practica del currículo; colocar en el centro al estudiante, ha pasado a colocarlo por encima de los docentes, despojando de autoridad (en el sentido de la formación) a aquellos que trabajan para desarrollar habilidades y generar conocimientos en, con y para los alumnos, y dar paso a la formación informal, que si bien, es parte esencial de los procesos socializadores del ser humano, sale de los esquemas estipulados dentro de la visión curricular (desde el documento) y llega como agente principal en los procesos de desarrollo de los sujetos en edad escolar.
Entonces, ¿qué papel tenemos los docentes dentro de la escuela?, si pensamos en algunas teorías sociales reproductivas, somos guarderías que ayudan a ganar tiempo a los sistemas sociales para acomodarse.
Pero ¿Qué garantías tenemos los docentes dentro del sistema?; hablar de garantías económicas y prestacionales del sistema político seria dar la razón a estos de las condiciones laborales en las que llevamos a cabo nuestro trabajo (no es queja de las condiciones, solo que no se ven intenciones de mejora), pensar en las garantías mínimas como la seguridad en el trabajo se puede colocar sobre la mesa con los acontecimientos que dentro de los subsistemas nacionales de educación secundaria y media superior se han presentado en los últimos años; sería parte de la tarea hacer un análisis estadístico de estos, para comprender en base a números que esto SI ES REAL, y si el sistema que promete reivindicar el papel del docente, no hace más que dejar en el papel este discurso sin hacer nada, entonces… ¿Qué garantías tenemos?
Dentro de los diversos contextos complejos que tenemos en el estado se entiende que la seguridad pública no se da abasto; pero dentro de las escuelas ¿qué protocolos existen para garantizar la seguridad de todos?, dejar que un “estudiante” sobrepase las garantías individuales de un profesor sin actuar en consecuencia, deja en evidencia la poca importancia que las autoridades educativas le dan a la figura del docente, no como aquel que llega a impartir clases, si no como ser humano, que si llega a impartir clases por vocación, pero también por necesidad de sustento (esto si es una queja al salario ridículo) y que sin saberlo puede ser su ultimo día en su trabajo -o de vida-…
-Anónimo, 2023-